A pesar de que los inicios de temporada fueron esperanzadores, el Deportivo de Borja Jiménez partía como una apuesta arriesgada después del mazazo anímico del playoff ante el Albacete en Riazor del curso 21-22.
El preparador abulense lograba varias victorias seguidas antes de que el Pontevedra rascase un empate en Riazor en la tirada cuarta del campeonato de la regularidad.
Sin embargo, al igual que en los dos cursos anteriores, el talón de Aquiles del club herculino resultó ser fuera de casa, con apenas cinco triunfos a domicilio en toda la temporada —veinte encuentros—.
La psicosis lejos del calor de la grada de Riazor atenazó por completo a una escuadra que, incluso con tres entrenadores diferentes, concluyó la Liga en cuarta posición.
El RC Deportivo se mantuvo casi siempre en puestos de playoff de ascenso en Primera RFEF (entre los cinco primeros), si bien no llegó a ocupar nunca la primera plaza, que otorgaría el ansiado ascenso directo.
A raíz de la destitución de Borja Jiménez tras la jornada séptima, Óscar Cano se hizo con las riendas del conjunto herculino hasta la jornada 36ª pero las carencias fueron muy similares.
Incluso con la llegada de Rubén de la Barrera para los dos últimos choques del torneo de la regularidad y el playoff, las expectativas del entorno blanquiazul no pudieron ser cumplidas.
El contundente 4-0 obtenido en el estreno de la segunda etapa del míster de Elviña acabó por ser un espejismo; en Pontevedra se repitieron unos síntomas de debilidad que se agudizarían en la promoción de Castalia hasta la eliminación del equipo a manos del Castellón.