La alcaldesa Inés Rey resumió el alma que impulsa esta aventura en un discurso navideño en el Concello en el que definió A Coruña como una ciudad “pequena no formal, moi grande na vocación”. Solo desde una mentalidad ambiciosa se puede recorrer el camino que unos pocos audaces (y no siempre entendidos) han emprendido para que Riazor sea bimundialista.
El primer paso ya está dado. Este mes de diciembre la FIFA confirmó que A Coruña está entre las nueve ciudades españolas que serán sedes del Mundial de fútbol de 2030. Una de nueve, como también lo es el Deportivo en cuanto a equipos que han ganado la Liga. Ahí está A Coruña, junto a Madrid, Barcelona, Sevilla, Zaragoza, Bilbao, San Sebastián, Las Palmas y Málaga. Las otras ciudades que albergarán partidos serán Agadir, Casablanca, Fez, Marrakech, Rabat, Tánger (Marruecos), Lisboa y Oporto (Portugal).
El Mundial regresará a la ciudad tras la experiencia de 1982 y lo hará en otro contexto, con al menos cinco partidos, uno de ellos de la nueva ronda de dieciseisavos de final, y en un escenario muy diferente al de hace cuatro décadas porque la movilidad y desplazamientos de las aficiones nada tienen que ver. Lo hace también con un proyecto para reformar Riazor, llevarlo hasta los 42.000 asientos, y convertir el estadio en un gran escenario multiusos que no solo se enfoque al fútbol. Para ello se ha trabajado en conseguir un inversor privado que apueste por ese modelo. La FIFA ha valorado la solvencia de ese apoyo, que deberá ser completado ahora por una parte de financiación pública.
El Mundial debe ser, al menos así lo apunta la alcaldesa, un catalizador para activar A Coruña en múltiples niveles, desde el desarrollo urbano hasta el dinamismo económico y social. Un evento de estas características pondrá a todos en el mapamundi, pero no sólo al futbolístico. La proyección de la ciudad a nivel global se multiplicará como vector para incrementar el turismo y el empleo en todos los sectores productivos. La capacidad y competitividad del ámbito turístico y hostelero en A Coruña se reforzará por encima de otras ciudades de su tamaño.
Los ingresos por la llegada de visitantes contribuirán al crecimiento económico y las oportunidades de empleo. La promoción de la ciudad excederá a las semanas que se muestre a través del torneo, también los beneficios de potentes inversiones relacionadas con redes de transporte o telecomunicaciones o la mejora de infraestructuras de todo tipo, no solo las que sirven para que ruede la pelota.
La FIFA ya marca, además, un mínimo de exigencia en cuestiones básicas en una ciudad como son las referentes a la movilidad. La ciudad ganará, obviamente, un estadio del siglo XXI preparado y equipado para albergar, según el plan previsto, algo más que partidos de fútbol y generar nutritivas plusvalías. A Coruña mira hacia los 5,7 millones de habitantes que tiene en un radio de acción de tres horas en desplazamiento por carretera.
El empleo de los estadios para usos no deportivos es una aspiración largamente acariciada por los dueños de esas instalaciones. Y en A Coruña el estadio es de propiedad municipal. Los nuevos materiales y tratamientos para céspedes propician que se pueda atender una demanda cada vez más creciente, sobre todo en la temporada estival. Hay ejemplos como el estadio propiedad del Levante, el Ciutat de València, que en el último verano congregó a más de 130.000 asistentes a su programación de eventos y conciertos. Solo el Santiago Bernabéu y el Metropolitano superaron esa asistencia.
UN CUMPLEAÑOS ESPECIALUn estadio que acaba de cumplir 80 años y que nació como el eje de una gran ciudad deportiva |
El estadio de Riazor cambiará una vez más su cara para estar en perfecto estado de revista en 2030. El estadio es un anciano con buen estado de salud. El pasado 29 de octubre cumplió 80 años y semeja en forma tras sus últimas remodelaciones. Ahora que apenas es un campo de fútbol, pero se flirtea con la idea de que sirva para acoger otros eventos, es interesante recordar que abrió sus puertas en 1944 con una vocación polideportiva que marcó su existencia durante medio siglo. En la construcción original, el terreno de juego principal solo era una de varias instalaciones incluidas dentro de una gran ciudad deportiva: campo de entrenamiento, pista de atletismo, dos polideportivas descubiertas y un frontón al aire libre. El primer Riazor, en 1944, contaba con una capacidad para 36.212 espectadores, una cifra que se correspondía con el 32,3% de la población de la capital herculina del año 1945: 112.092. |