La cita fue a la futbolística hora de las cinco de la tarde, un domingo, por supuesto. Lució el sol para saludar el ingreso del Deportivo en la máxima categoría. Tras diez campañas en Segunda División al fin había logrado dar el salto no solo el club sino la ciudad. El fútbol ayudó a ponerse en el mapa a A Coruña, de estreno aquel 28 de septiembre de 1941. “La gran batalla de Kiev ha terminado”, anunciaba la prensa aquel día. Los alemanes dominaban la guerra, pero en España el fútbol era el pan y circo tras su postguerra. Y en el viejo Parque de Riazor, donde ahora se asientan las Esclavas se latía fútbol. El primer coliseo deportivista se remodeló durante el verano para recibir a los mejores equipos del país. En uno de los fondos el graderío ganó varias filas, también en el lateral que tenía a sus espaldas el mar de San Roque. Se levantó incluso una cabina radiofónica. Ya entonces se barruntaba que aquella coqueta casa iba a quedarse pequeña.
El Deportivo recibió en aquel estreno al Castellón. Y la cita fue histórica para ambos porque los dos habían ascendido de la mano y para el cuadro levantino también supuso el estreno en Primera. Ambos venían de festejar en mayo tras ganar sendas promociones disputadas a partido único en Madrid. Los dos primeros clasificados de los dos grupos de Segunda (Real Sociedad, Deportivo, Castellón y Granada) jugaron una fase de ascenso en la que había premio para los dos primeros y la opción de una promoción para los otros dos. Dépor y Castellón fueron los que se abocaron a disputar esas finales a partido único, ambas en Madrid. Enfrente los dos últimos clasificados de Primera, Murcia y Zaragoza. Aquel año no hubo descenso directos porque el fútbol crecía y la federación había decidido que la máxima categoría pasase de 12 a 14 equipos. Pero en el terreno de juego los equipos de Segunda batieron a los de Primera. Con dos días de diferencia, el 2 y el 4 de mayo, Castellón y Deportivo hicieron historia.
Así que aquel partido iniciático en el Parque de Riazor tenía mucho de epopeya. El Castellón tardó dos días en llegar a la ciudad. Partió el jueves al alba y arribó el viernes casi de madrugada. El sábado lo dedicó a estirar las piernas. El domingo amaneció soleado, detalle que la prensa local consideró favorecedor para los visitantes porque el terreno de juego iba a estar demasiado duro. En la fase de ascenso de la campaña anterior, el Deportivo les había goleado (6-0), pero el equipo no parecía llegar en buena condición al estreno, con lesionados y sin Chacho, al que el club había declarado en rebeldía mientras negociaba un aumento de sueldo, y con el veterano Hilario Marrero, jugador-entrenador en el ascenso, ya casi de retirada. Ninguno de ellos fue de la partida en el duelo que abrió la historia del Deportivo en Primera. Luego llegaron 1.842 más, pero aquel fue especial.
Ganó el Deportivo (2-1). Las crónicas deslizan que no fue del todo merecido. El Castellón hizo un buen partido, pero el Deportivo se impuso por casta. El navarro Julio Elícegui, conocido como ‘El Expreso de Irún” por su exitoso pasado en el Real Unión antes de la Guerra Civil marcó a los 27 minutos tras rematar con la zurda un centro del extremo asturiano Cuca. Los visitantes empataron al inicio de la segunda parte gracias a un cabezazo de Hernández ante el que nada pudo hacer Juan Acuña, que con 18 años cumplía su tercera campaña bajo palos con el equipo de su vida. A cinco minutos del final otra vez Cuca colocó el balón en el área y Caballero, un sevillano que había llegado ese verano procedente del Betis, entró de cabeza para que los puntos se quedasen en A Coruña.
“Al público del domingo le causaba admiración la velocidad del Castellón”, glosó El Ideal Gallego en su edición del martes 30. Y continuaba el cronista: “Error: la velocidad del Castellón es la velocidad típica del fútbol español. Lo anómalo, lo exótico, es la lentitud del Deportivo ¡Y todavía los medios se siguen pasando el balón entre ellos…!”, criticaba. “Faltó un hombre que ligara la media con el ataque”, apuntaba La Voz de Galicia, que inició la crónica de la victoria con una dura crítica a una pretemporada sin apenas partidos de acoplamiento. “Cuando once jugadores permanecen todo un verano sin ver balones más que en los escaparates o en la playa […] ese equipo se encuentra en la absoluta imposibilidad de desarrollar juego de conjunto”, apuntaba. En la Hoja del Lunes se pidió “apretar mucho más en juego y bastante más en rapidez”.
El caso es que el equipo se hizo fuerte en Riazor, donde ganó sus cuatro siguientes partidos al tiempo que sucumbía en todas las salidas. Al final del campeonato solo Valencia y Granada se llevaron los puntos de A Coruña. Madrid, Barcelona, Athletic, Atlético Aviación Sevilla, Celta… todos los demás equipos de Primera cayeron en Parque de Riazor. El Deportivo acabó cuarto la temporada de su estreno entre los grandes. El Castellón fue octavo y cuarto en la siguiente, su mejor puesto histórico.
Al final no eran dos malos debutantes.