La dictadura de los resultados impera prácticamente siempre en el mundo del fútbol y en el RC Deportivo no iba a ser menos. Más si cabe después de tres temporadas de hastío penando en una categoría que no le pertenece al club herculino como la Primera RFEF.

El técnico blanquiazul, Imanol Idiakez, se encuentra por segunda vez en la presente campaña con una reválida personal, una prueba de nivel en la que solo una buena actuación con victoria el domingo en O Espiñedo garantizaría sobre el papel su continuidad.

El pasado fin de semana del 3 de diciembre, en una situación similar de inestabilidad, el preparador vasco supo levantar una bola de partido en contra con un triunfo in extremis por 1-2, con un tanto salvador de Davo en tiempo añadido.

El abrazo entre cuerpo técnico, jugadores e incluso el responsable de prensa del Depor, Rafa Carpacho, evidenciaba el sentimiento de alivio de un buen conocedor del funcionamiento del deporte rey como Idiakez.

“No me lo ha comentado nadie pero llevo 30 años y ya se cómo funciona el asunto; las estadísticas dicen que algo bien estamos haciendo pero los resultados no lo dicen así”, ponía de relieve el míster en la rueda de prensa previa a la final del Barça Atlètic.

Refrendado por el director deportivo blanquiazul, Fernando Soriano, y por el Consejo de Administración de la entidad de la Plaza de Pontevedra, el preparador comandó una escuadra que cuajó una actuación más que aceptable en la segunda eliminatoria de Copa del Rey ante el Tenerife a pesar de quedar apeados frente a los ‘chicharreros’.

Sin embargo, las buenas sensaciones del torneo del KO se tornaron de nuevo miserias en una igualada 1-1 ante el Sestao con sabor a hiel.

La impotencia volvió a apoderarse del entorno de un Depor que fue despedido con otra sonora pitada en casa.

El próximo domingo en O Espiñedo al club coruñés no le sirve otra opción que no sean los tres puntos.

Aunque desde la cúpula de la Plaza de Pontevedra el mensaje es redundante acerca de que nadie se plantea el cambio de entrenador, un hipotético pinchazo ante un recién ascendido como el Arenteiro aceleraría una reacción en cadena fulminante.

El vestuario se encuentra, tal y como han reconocido varios miembros del plantel en los últimos días, completamente involucrado con su entrenador.

El propio responsable técnico blanquiazul, nada más finalizar la contienda del domingo, aseguró sentirse con fuerzas. “No soy una persona de tirar la toalla”, manifestó.