Corría el minuto 79 y Riazor ardía de emoción tras el gol del empate de Eddahchouri, que había igualado la obra de arte previa de Álex Sala. La inercia del partido y el aliento incansable de la afición hacían presagiar la remontada. El Dépor asediaba, llegaba con peligro y generaba ocasiones una tras otra. Pero el Córdoba, que atraviesa un momento formidable, no es un equipo del que uno pueda fiarse: encadenaba, hasta la visita a Riazor, cinco victorias consecutivas lejos de El Nuevo Arcángel.
Y tuvo en sus botas la oportunidad de ganar. Una ocasión clarísima. Pero entonces emergió la imponente figura de Helton Leite, que, partido a partido, se agiganta aún más. En un centro al área, Antonio Casas midió mal y golpeó al aire, desperdiciando una oportunidad inmejorable desde el punto de penalti. El balón quedó suelto, y el delantero cordobesista logró tocarlo lo justo para dejárselo a Carlos Albarrán, que apareció en el borde del área pequeña. El lateral derecho se anticipó a Genreau y conectó un remate seco, rápido, para empezar a celebrar el gol en su cabeza.
Parecía un desenlace inevitable. Pero Helton tenía otros planes. Con un reflejo felino impropio de su 1,96 de estatura, sacó una mano prodigiosa para despejar el disparo. Fue un tiro a quemarropa, raso, al lugar donde más daño hace a los porteros. Pero a Helton le dio igual. Su intervención fue de esas que quedan grabadas en los resúmenes de YouTube, una parada de mérito incalculable que salvó al Dépor y consolidó su figura como un pilar determinante en el equipo.
No fue su único paradón. En la primera mitad, cuando el Córdoba dominaba, Helton ya había sostenido al Dépor con otra parada reseñable. Se estiró con agilidad para desviar un cabezazo de Alberto del Moral, que rozó el gol en Riazor por partida doble. Curiosamente, se quedó a centímetros de marcar en este estadio con dos equipos distintos, tras su tanto en la jornada inaugural cuando aún vestía la camiseta del Oviedo.
El partido fue un constante ida y vuelta, con alternativas para ambos equipos, como destacó Yeremay tras el encuentro: “Me quedo con un sabor amargo porque creo que podíamos haber metido uno o dos goles. El Córdoba también. Fue un partido con muchas transiciones, espacios y muchas ocasiones. Podíamos haber quedado 3-1 o 1-3. En la primera parte ellos estuvieron mejor, pero en la segunda tuvimos 15 minutos muy buenos".
El centrocampista José Ángel también resaltó la dificultad del encuentro ante un rival atrevido: “La sensación es agridulce. Ellos imponen mucho ritmo y nos hicieron sentir incómodos en el centro del campo en la primera parte. Pero después de su gol tuvimos 15 minutos de empuje, con la grada, con ocasiones… Ahí podíamos haber metido el segundo. El empate es justo porque ellos también hicieron un gran partido. Nos faltó ese pase en tres cuartos, ese disparo, para poder marcar el segundo”.
El Dépor acarició la remontada gracias al tanto de Eddahchouri en una jugada que nació de un gran cambio de ritmo de Yeremay para dejar atrás a Albarrán. Eso sí, el canario confesó entre risas que su intención no fue asistir a Zaka: “Le pegué, era un disparo, pero me va a contar como asistencia”.
Respecto a la situación del equipo, Yeremay se mostró cauto tras sumar los 40 puntos: “Esta Liga es muy rara… Cualquiera te puede ganar, pero también puedes ir fuera de casa y llevarte los tres puntos. Es una categoría jodida porque es muy igualada. Nosotros vamos partido a partido. Ahora tenemos unos días de descanso para volver con muchas ganas.”
Por último, José Ángel dejó una reflexión enigmática sobre la actuación arbitral: “No son decisiones importantes, son pequeñas. Nunca he hablado de los árbitros, no lo voy a hacer, pero no es casualidad que termine el partido y muchos compañeros comenten lo mismo… Voy a dejarlo ahí, no quiero meterme en un lío”.