Un gol de estrategia encajado menos que en toda la 23-24
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Un gol de estrategia encajado menos que en toda la 23-24

Un gol de estrategia encajado menos que en toda la 23-24
Pablo Vázquez intenta rematar de cabeza en Huesca | FERNANDO FERNÁNDEZ

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Pablo Vázquez, defensa central del Deportivo, lo había advertido en rueda de prensa la semana pasada. Y es que el 30 o 40 por ciento de los tantos en el fútbol moderno llegan a balón parado.


Una faceta del juego que le ha dado la espalda al Deportivo en su retorno al fútbol profesional, pasando de haber sido una escuadra temible en la estrategia el año pasado en Primera RFEF a sufrir dos dianas en otros tantos compromisos en Segunda en la pizarra.
 

“Han sido dos jornadas, dos goles encajados a balón parado. Hay bastantes cosas buenas para rescatar. Ya nos tocará a nosotros marcar ese gol en el último minuto”. Así resumía el entrenador Imanol Idiakez la frustración existente en el vestuario coruñés tras el 2-1 cosechado en un feudo pétreo como El Alcoraz.
Y es que el remate de cabeza rubricado por Blasco tras saque de esquina punteado por Jorge Pulido en el tiempo añadido provocó el segundo revés deportivista en Liga.
 

Todo el trabajo de 90 minutos se desmoronaba con una jugada de pizarra, que el equipo machaca de manera concienzuda cada semana en las instalaciones de entrenamiento de Abegondo.
 

El primer palo a balón parado llegó en la jornada inaugural, fruto de una falta lateral mal defendida por un Deportivo que dejó en bandeja al oviedista Alberto del Moral el 0-1 que a la postre sería final.
 

Ni los centrales ni los centrocampistas herculinos estuvieron a la altura de las circunstancias en cuanto a concentración se refiere y posteriormente el colectivo coruñés no fue capaz de vulnerar a un Oviedo muy bien pertrechado defensivamente.

 

Eficacia plena pasada

El desacierto deportivista en los lances de estrategia contrasta con la eficiencia blanquiazul en este apartado del fútbol ofensivo el pasado curso 23-24.
 

No en vano, el Deportivo fue capaz de anotar ocho dianas desde el saque de esquina —la mayor parte centradas por Lucas Pérez y rematadas por sus dos centrales titulares, Pablo Vázquez y Pablo Martínez—.
En defensa, la formación dirigida por Imanol Idiakez solo recibió tres tantos a pelota parada en 42 encuentros.
 

Una muestra del buen hacer en tareas de destrucción que a largo plazo le proporcionaron al Deportivo las credenciales para dar el salto de categoría a fin de curso hacia el fútbol profesional.
 

En efecto, el primero de ellos tuvo lugar el 16 de marzo (coincidiendo con la jornada 28) en el estadio de Riazor, en un saque de esquina que el Sabadell convirtió en el 0-1 —obra de Resta— con el que se adelantó en una contienda que concluiría con unas tablas en el electrónico (1-1) que supieron a muy poco para un deportivismo en esos momentos acostumbrado a los triunfos. 
 

El 28 de abril, en plena recta final del campeonato, el Arenteiro acentuaba las carencias deportivistas por alto al materializar sus dos dianas (2-2 final) en sendos lanzamientos de esquina, transformados por Luis Chacón y Romay.


Las dianas cedidas frente a Sabadell y Arenteiro en casa fueron los únicos lunares de un ejercicio impecable en la defensa de acciones tan determinantes como saques de esquina o faltas laterales, que ahora mismo están pasando factura a los de Idiakez.

 

Malos recuerdos

La falta de contundencia en balones aéreos ha lastrado los objetivos blanquiazules en las dos campañas anteriores al ansiado ascenso del pasado verano.
 

Concretamente, en la temporada 22-23 el Deportivo se quedaba a un paso de la final del playoff de ascenso en Castalia en un encuentro loco que concluyó 4-3, en el que los herculinos se mostraron muy blandos en acciones a balón parado.
 

No en vano, los de Rubén de la Barrera se veían apeados de la promoción por el ascenso con un dramático tanto de cabeza de Cubillas (4-3) tras un lanzamiento de córner.


Una temporada antes, en el ejercicio 21-22, los de Riazor llegaban con todo a favor en la final del playoff frente al Albacete.
 

Con el resultado de 1-0 gracias al gol de Mario Soriano, el Deportivo tenía que aguantar el resultado —incluso le valía el empate al final de la prórroga— en la segunda mitad.
 

Sin embargo, en dos balones colgados al área desde la banda derecha, el equipo coruñés hizo aguas con los goles de Manu Fuster y Jordi Sánchez castigaban al equipo entrenado por Borja Jiménez.

Un gol de estrategia encajado menos que en toda la 23-24

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