El fútbol, como la vida, nos traslada a un mundo lleno de tópicos, algunos tan absolutos y evidentes como “mano es mano, gol es gol”, y otros, mucho más discutibles, como “hay que poner a los buenos”. Pero uno de esos tópicos que pasa del pensamiento a la realidad, sobre todo cuando se habla de los equipos de Óscar Gilsanz, es que “hasta que el árbitro no pita el final del partido, todo puede pasar”.
En nuestra memoria guardamos esos momentos mágicos en los que el Manchester United de Sir Alex Ferguson se transformaba en los minutos finales, desplegando una mezcla de insistencia, mentalidad indomable y, sí, una dosis de suerte. Era como si, en el último suspiro, el equipo se recargara con una energía extra, una especie de instinto no solo para pelear cada balón, sino para encontrar en él una última oportunidad de cambiar el resultado, incluso en una final de Champions.
El “Fergie Time” no es solo una cuestión de táctica o de preparación física; es un estado mental, una fe casi irracional que te convence de que todo puede cambiar hasta el pitido final. Una mentalidad que define a los equipos de Gilsanz, quien, además de lograr que sus jugadores confíen en su libreto táctico, les imprime en el ADN esa capacidad de convertir los últimos minutos en su territorio, donde, con convicción y algo de suerte, logran la épica.
“Cuando llegas al final de los partidos, tienes el marcador en contra o igualado y peleas hasta el final si echamos la vista hacia atrás veremos que lo hemos conseguido muchas veces. El equipo no se rinde nunca”, explicó el técnico betanceiro después de una decisiva victoria del Fabril en Coruxo el pasado mes de abril.
¿Es solo casualidad o hay algo en su estilo de dirigir que imprime ese “gen ganador”? Su trayectoria parece confirmar lo segundo. Óscar Gilsanz ha sido el artífice de algunos de los logros recientes más importantes en el Deportivo: la conquista de la Copa de Campeones en categoría juvenil y su consecuente clasificación a la Youth League, que devolvió las noches europeas a Riazor y que Gilsanz vivió con orgullo desde la grada; además, llevó al Fabril al ascenso a 2ª RFEF y lo mantuvo en la categoría el año siguiente. Cada uno de estos logros lleva el sello de un maestro que sabe hacer de los finales su obra de arte.
La primera firma decisiva llegó en el partido de liga contra el Racing de Santander Juvenil, prácticamente una final que decidía el campeón del grupo 1 de la División de Honor. El Deportivo, al que le servía el empate para ser campeón, vencía 1-0 con gol de Noel en el minuto 34. Mantuvo la ventaja todo el partido, y en el 90’+5 Yeremay amplió la cuenta con un gol de penalti.
Esa misma temporada, en los cuartos de final de la Copa de Campeones juvenil, el Dépor se enfrentó a la UD Las Palmas: en la ida, los pupilos de Gilsanz lograron imponerse por 2-1 con un gol de Do Carmo en el minuto 87. En la vuelta, el gen luchador del equipo volvió a hacerse presente en los minutos finales. La UD Las Palmas ganaba 2-0 en casa, con un gol, por cierto, de Alberto Moleiro, uno de los jugadores de moda en Primera División. Justo cuando la afición amarilla veía a sus juveniles pasando la eliminatoria, Noel igualó el encuentro en el minuto 83. El Dépor terminó ganando en penaltis, clasificándose para esa Final Four que dibuja una sonrisa en la cara a todos los deportivistas.
En su etapa sénior con el Dépor, los equipos de Gilsanz también demostraron ese cáracter irreverente. El Fabril, que consiguió ascender con él al cuarto escalón del fútbol español, logró cambiar el marcador hasta en seis ocasiones. Lo hizo en los minutos finales ante Alondras, con gol de Dani Barcia en el 90 para empatar el partido 1-1; contra el Estradense, Nájera en el 86 igualó 2-2; con el Gran Peña, un Martín Ochoa en edad juvenil puso el 2-1 en el 81; al Atlético Arteixo le dañó por partida doble, primero, otra vez Dani Barcia, y otra vez en el 90 para el 1-2 final, en el partido de vuelta fue Davo en el 94 el encargado de darle los 3 puntos al Fabril tras marcar el 1-0; por último, contra el Choco, Jesus Ares arrebataba a los de Redondela un valioso punto en el minuto 87 marcando el 0-1 en Santa Mariña.
La temporada pasada, ya en 2ª RFEF, los de Gilsanz volvieron a igualar el hito de la temporada anterior, cambiando el marcador en un total de seis partidos en los minutos finales. Las víctimas este año fueron, Arandina, que llegó al minuto 80 por delante en el marcador, pero un gol de Diego Gómez en el 81 y otro de Jairo en el 86, consiguieron que los tres puntos se quedasen en Abegondo. Tan solo un mes después, el Fabril llegaba con resultado gafas al minuto 90 contra el Villalbés, entonces un inspirado Mati Castillo consiguió ver puerta por partida doble en los minutos 90+4 y 90+6.
La siguiente víctima del ‘Fergie Time’ de Gilsanz fue el Zamora en su propia casa, el partido parecía acabar con el 1-1, Vilán adelanto a los blanquiazules en el 90+8. de nuevo lejos de Abegondo, el Fabril empataba 3-3 contra el Valladolid promesas, hasta que en el minuto 90+5, Mario Nájera conseguía el 3-4 final.
Tres jornadas después, ante el Guijuelo en Abegondo, un gol de Daniel García ponía el 1-2 en el 76 para los visitantes, y, una vez más el Fabril consiguió igualar el marcador en el tiempo extra, Marotías hizo el 2-2 en el minuto 90’+2.
La siguiente jornada fue la obra maestra del ADN Gilsanz, el Fabril, con la permanencia en juego, perdía 1-0 en O Vao ante el Coruxo, pero más allá del 90 el filial consiguió voltear el marcador por completo, primero Alfaro hizo el 1-1 en el 90’+1, y antes del pitido final, el juvenil Álvaro Mardones marcó el 1-2 en el 90’+5, acercando un poco más a los de Gilsanz a la salvación.
Este año parecía que se había acabado esa magía en los minutos finales de los equipos de Gilsanz. Pontevedra y Langreo consiguieron batir la puerta fabrilista más allá del 90, mientras que el Dépor B solo pudo cambiar el marcador en los minutos finales contra el Valladolid B, una víctima recurrente en estos escenarios, Luisao aprovechó un error defensivo y pudo adelantar a los de Óscar Gilsanz en los Anexos del Zorrilla.
Poco después el técnico recibió la llamada del Director de Fútbol del Deportivo para hacerse cargo del primer equipo tras la destitución de Imanol Idiakez. Después de un verano en el que Soriano admitió públicamente la posibilidad de relegar a Gilsanz al banquillo del Juvenil A, el betanceiro se hizo cargo del banquillo del Dépor, en principio, de forma interina, y dirigió así el partido contra el Cartagena, ganando por 1-5.
Esto fue un golpe de efecto a los planes de Fernando Soriano, ya que tras una búsqueda para encontrar a quien guíase al equipo desde el banquillo, la cúpula deportivista decidió que ese líder ya lo tenían en casa, Óscar Gilsanz fue anunciado entrenador del primer equipo a todos los efectos.
Un espaldarazo que pareció provocar la recuperación de ese duende en los minutos finales, ya que, en su primer partido como entrenador del primer equipo en Riazor, el Dépor entrenado por Gilsanz consiguió un ganar en el ‘Fergie Time’. Con un golazo de Mario Soriano en el 90’+1 el Dépor sumaba su segunda victoria consecutiva y conseguía sumar un seis de seis.
El ‘Fergie Time’ de Gilsanz va más allá de ser una casualidad o una proeza futbolística, representa un sentimiento intrínseco en la afición deportivista que le hace conectar con su equipo de una manera especial. Cada vez que el equipo resiste los golpes, y es capaz de levantarse de la lona ofrece algo mucho más que un simple resultado, es en estos momentos cuando el Dépor muestra su respeto a su historia y consigue conectar con una afición que se ve identificada con estos valores de lucha y sacrificio.