Los dos últimos partidos del Deportivo tuvieron un denominador común. El equipo coruñés se puso por delante antes de llegar al último cuarto de hora de juego y Óscar Gilsanz tomó ciertas decisiones para tratar de asegurar la ventaja en el tramo final del encuentro. El Dépor no consiguió mantener la renta en la visita al Málaga, ya que Chupe logró la igualada (1-1) en el minuto 87, pero sí lo logró en el reciente duelo a domicilio contra el Burgos. El conjunto herculino aprendió de ciertos errores cometidos en La Rosaleda en la gestión de los últimos minutos, aunque el Burgos también dispuso de ocasiones como para empatar en El Plantío.
En primer lugar, es necesario resumir lo sucedido en ambos desplazamientos tras el gol blanquiazul. ¿Qué ocurrió en La Rosaleda tras el tanto de Yeremay en el minuto 67? Por parte del Málaga, Sergio Pellicer cambió a un extremo por otro, Rahmani por Kevin Medina, antes de efectuar una doble sustitución en el minuto 79 que sí modificó el sistema: Chupe por Nélson Monte y Víctor por Dani Sánchez. El Málaga pasó a jugar con tres centrales y a tener sobre el césped a un arsenal de hombres ofensivos como el mediapunta Aarón Ochoa, los extremos Antoñito Cordero y Rahmani y los delanteros Dioni y Chupe.
Por su parte, Gilsanz metió a Davo en punta por un cansado Bouldini y respondió al doble cambio local dando entrada a Jaime por José Ángel y a Gauto por Yeremay. El Dépor mantuvo su 1-4-2-3-1, aunque con un central (Jaime) de pivote y Davo como punta. El equipo coruñés tenía sobre el campo a un Mella tocado, no pudo contar con Lucas ni Barbero y además se vio obligado a sustituir a José Ángel, que jugó su primer partido como titular tras superar su pubalgia.
Además del bajón físico y del empuje del Málaga, el Deportivo también sufrió por la falta de amenaza de sus atacantes. Davo y Gauto protagonizaron unos minutos para olvidar, mientras que a Mella ya no le quedaba gasolina. El equipo coruñés no era capaz de avanzar metros ni finalizar sus ataques y, por lo tanto, los repliegues costaban el doble. Así llegó el primer aviso de Chupe, con un disparo a las nubes, y el 1-1 tras un error de Davo al comienzo de un ataque.
Gilsanz, tras el encuentro, justificó sus decisiones de esta forma: “Bouldini no aguantaba más y nos estaba dando esas situaciones de referencia, aguantando balones para tener esa salida con él. Buscamos la velocidad con Davo, que hizo un buen trabajo, pero no es ese jugador con el que puedes jugar directo cuando te aprietan. Perdimos esa baza y luego José Ángel y Yeremay pidieron el cambio. Tratamos de mantener la velocidad con Gauto y meter a Jaime para esas jugadas de balón parado y centros laterales. Pero el rival hace modificaciones, cambia el perfil de los jugadores y siempre hace que haya una posibilidad”, apuntó.
¿Y qué pasó en El Plantío tras el tanto de Mario Soriano en el minuto 69? El Burgos cambió el sistema de forma inmediata y pasó del 1-4-2-3-1 al 1-4-4-2 con el cambio de Fer Niño por Morante. Curro retrasó su posición al doble pivote y el cuadro local juntó a dos puntas como Fer Niño y Edu Espiau. Poco después, Ramis hizo un doble cambio: Iñigo Córdoba por Dani Ojeda y Pipa por Arroyo, de forma que el Burgos ya tenía refresco en sus bandas con Sancris, que había entrado antes del 0-1, y el mencionado Ojeda.
El Deportivo mantuvo la misma estructura (1-4-2-3-1), con Lucas como punta, hasta el minuto 85. Gilsanz dio entrada a Jaime por Soriano y formó una línea de tres centrales con José Ángel y Villares por delante y el tridente Mella-Lucas-Yeremay para amenazar a la contra (1-5-4-1). Los dos canteranos fueron sustituidos ya en el tiempo añadido por Gauto y Petxarroman.
El Deportivo, que en Burgos defendió más ordenado, con las líneas más juntas y en un bloque ligeramente más alto que en el tramo final del choque en Málaga, aprendió de ciertos errores cometidos en La Rosaleda y así lo explicó Gilsanz tras el duelo en El Plantío: “Cuando llegas al final del partido hay situaciones en las que tienes que reforzar una banda y otras veces, como en este caso, la aparición de dos puntas en el área nos obligó a tener un jugador más ahí para defender ese espacio, con todo lo que eso conlleva. Esto le da confianza al equipo para saber que hay momentos en los que ese trabajo cerca de la portería es bueno para conseguir puntos que te acercan al objetivo”.
Curiosamente, el Burgos dispuso de más ocasiones que el Málaga. Sancris obligó a Helton a hacer un paradón en el 80, Dani Ojeda estrelló un disparo en la cabeza de Pablo Vázquez en el 81, Fer Niñó rozó el gol con un cabezazo alto en el 84, Sancris puso un centro envenenado que no encontró rematador en el 88 y el Burgos pidió mano de Jaime (no lo era) en un remate de Fer Niño en el 90+3. Un buen número de llegadas que, no obstante, no empañaron la mejoría del Dépor en las gestión de los últimos minutos, sobre todo en relación a lo realizado por sus futbolistas ofensivos. “Le pedimos a los jugadores de ataque que siguiesen apretando arriba para no hundirnos al tener un defensor más. Creo que lo hicieron muy bien y hay que darle valor no solo cuando hacen una acción ofensiva de mérito, sino cuando un trabajo para el equipo”, destacó Gilsanz tras conseguir los tres puntos.
Por lo tanto, a pesar de que se produjeron ciertas similitudes en las dos rectas finales de las dos últimas salidas del Deportivo, como por ejemplo la concesión de un buen número de ocasiones al rival, el equipo coruñés consiguió manejar de mejor forma ciertos aspectos importantes: la amenaza de los atacantes actuó como un freno al Burgos, el Dépor tiró un poco más alta su línea defensiva, el paso a tres centrales reforzó la zaga ante la presencia de dos delanteros puros, el doble pivote José Ángel-Villares se mostró más seguro que el Jaime-Mfulu de La Rosaleda y, además, el equipo coruñés pudo contar con más jugadores en un mejor estado físico. Diferencias que, sumadas a la ausencia de un error como el de Davo en Málaga, permitieron el Dépor mantener la ventaja.