Las mujeres ganan terreno en un deporte tradicionalmente de hombres como el fútbol. De eso no cabe ni la menor duda. Los datos sociales avalan la progresión de un sector de la afición deportivista que actualmente representa casi una cuarta parte de su masa social.
El informe de fin de temporada elaborado por el Deportivo revela que el número exacto de socias blanquiazules ascendió la pasada campaña a 6.993, lo que equivale al 24,1% de los 29.007 abonados con los que se clausuró el curso pasado 2023-2024.
En comparación a temporadas anteriores, el repunte femenino es más que ostensible; no en vano, en el ejercicio 22-23 las abonadas deportivistas ascendían a 5.551, o lo que es lo mismo, representaban el 21,7% de los afiliados al cuadro coruñés.
La tendencia va en aumento desde el último lustro, habida cuenta de que en la 20-21 eran 4.235 las féminas con carné blanquiazul, un guarismo que abarcaba al 19% de la masa social deportivista.
La creación del equipo femenino del Deportivo en 2016 ha contribuido también a fomentar la pasión por el mundo del balompié entre ellas.
En el estadio de Riazor, así como en el resto de campos de fútbol a nivel estatal, las mujeres están adoptando un rol completamente protagonista; aunque la paridad respecto a los hombres todavía está lejana (más del 75% de los abonados del Deportivo son hombres), lo cierto es que la desventaja femenina se está viendo limada cada temporada.
Cuatro socias blanquiazules como Bibi Álvarez, Paula Mariñas, Anita Guerra o Tania Rodríguez ayudan a explicar el auge de la presencia femenina en el estadio de Riazor en los últimos tiempos.
Por fortuna, los estereotipos del pasado están siendo aniquilados por la fuerza y entrega con la que las deportivistas viven el día a día de su club.
Bibi Álvarez, seguidora blanquiazul desde su más tierna infancia, lleva más de tres décadas asistiendo a los partidos del Deportivo en el estadio de Riazor.
Socia blanquiazul de las que nunca fallan, reflexiona en voz alta acerca de la discriminación pòr género en el fútbol. “Por fortuna nunca tuve ningún incidente desagradable en Riazor por el hecho de ser mujer pero creo que el machismo sigue latente en este deporte. Sobre todo a nivel institucional, donde se ven muy pocas presidentas y directivas de fútbol. A nivel de afición pienso que se ha normalizado todo bastante”, afirma.
“Cada vez las mujeres están más interesadas en el deporte en general y en el fútbol en particular, es más sencillo practicarlo desde niñas. La independencia económica femenina también nos facilita incorporarnos en mayor medida al fútbol”, agrega.
Paula Mariñas es asidua de la grada de Marathón Inferior desde muy joven. En su círculo familiar y de amigos el Deportivo de La Coruña siempre ha ocupado un lugar preponderante. Jugadora de fútbol desde cría en el Orzán y el Egasa, ha observado muy de cerca la evolución de la presencia femenina en el coliseo de Riazor.
“Nunca me sentí mal por episodios de machismo en el estadio, aunque siempre toca aguantar algún vacile de amigos que creen, por ejemplo, que el fútbol femenino no es femenino ni es fútbol”, expresa.
Socia desde antes de que el Deportivo ganase la Liga, esta hincha asegura que “el machismo sigue patente en el mundo del fútbol pero cada vez en menor grado, como a nivel social”.
La aficionada segoviana Anita Guerra es una clásica del deportivismo. No solo se desplaza a A Coruña siempre que puede desde Madrid sino que además es una asidua de los desplazamientos del Deportivo.
“Desde que tenía siete u ocho años me encanta este deporte y el Deportivo, siempre jugaba con los niños en el patio del colegio y ya llevo diez años consecutivos como socia del Dépor”, expresa.
“En general nunca me han discriminado por ser mujer en el fútbol, aunque en una ocasión un camarero en Canarias se dirigió a mí tras celebrar un gol del Deportivo y me dijo que ‘qué sabrás de fútbol’ por ser mujer”, finalizó.
Tania Rodríguez se crió en el estadio de Riazor. De ADN blanquiazul, su padre (O Roxo) y su hermano mayor le inculcaron el gusto por el equipo coruñés desde sus primeros años de vida.
“Pienso que el mundo del fútbol sigue siendo machista en ciertos aspectos; personalmente nunca me han hecho sentir mal en un estadio por ser mujer pero ves determinados comportamientos de vez en cuando en los que te das cuenta de que aún sigue latente; voy casi siempre con amigos y familiares masculinos al fútbol y me tratan como una más”, apunta.