El primer ‘bolo’ veraniego del RC Deportivo, el pasado sábado en Abegondo ante el Fabril (2-2), puso de relieve varios puntos fuertes sobre los que a priori se asentará el proyecto de Imanol Idiakez, si bien también dejó al desnudo diversas carencias que el equipo debe maquillar antes de que el balón empiece a rodar en Liga ante el Rayo Majadahonda el fin de semana del 26 de agosto.
Aunque los evidentes condicionantes, como el cansancio o la falta de acoplamiento, marcaron el choque, el Depor 23-24 va tomando forma.
El extremo canario fue de los pocos que se encontró cómodo con el balón, rápido y con ideas; de sus botas nació la asistencia a Arturo del 1-1 y la autoría del 2-1.
Consiguió asociarse muy bien con sus compañeros, jugó al primer toque cuando se pudo y no se amilanó por la presión fabrilista.
En la segunda parte, el asturiano Davo también exhibió sus credenciales pegado a la banda derecha: rapidez, precisión en el centro y capacidad regateadora.
Un lujo para un Deportivo que el pasado curso adoleció de caudal ofensivo por los costados, algo que condicionó el modo de encarar a sus adversarios, más por el centro.
A pesar de que todavía restan muchos matices por mejorar, el juego aéreo del Depor se intuye mucho más potente que el curso pasado.
Siempre con los tres porteros ofreciendo seguridad a la zaga (Mackay, Parreño y Alberto), el cuadro coruñés ha ganado potencia por alto en faltas y saques de esquina.
Dos despistes puntuales le costaron sendos tantos, pero la zaga estuvo sólida en líneas generales, una línea que fue de menos a más con los minutos.
El exfutbolista del Tenerife aportó consistencia y clarividencia en la distribución, tanto en corto como en largo, con una zurda muy a tener en cuenta de cara al inicio de la Liga.
El nuevo delantero centro blanquiazul, Iván Barbero, se mostró como un jugador potentísimo, muy difícil de parar en el juego estático y con movilidad para sorprender desde atrás. Estampó un cabezazo en la madera.
El fabrilista Kevin Sánchez, por su parte, rubricó una actuación formidable: marcó, dribló, pasó con calidad y fue un incordio para la zaga profesional.
Hombres como Álvaro Santamaría, Jairo o Mella dejaron pinceladas aisladas de clase, así como muchas ganas de agradar a sus técnicos.