La falta de maldad y pegada en ataque y la concesión de dos errores clave en defensa fueron los dos principales factores que provocaron la amarga derrota que sufrió el Deportivo en Riazor contra el Levante (1-2). Si bien los dos fallos defensivos que propiciaron los goles del equipo valenciano resultaron determinantes, otro condicionante que aumentó la sensación de frustración de jugadores, cuerpo técnico y aficionados fue la incapacidad del equipo para transformar su dominio en peligro real.
El Deportivo protagonizó el partido con más pases intentados (579) y completados (507) de lo que va de temporada contra un Levante que, aunque no tuvo la posesión salvo en el final de la primera mitad, supo mantenerse ordenado sin pasar demasiados apuros. El conjunto coruñés fue incapaz de crear ocasiones realmente claras ante la portería defendida por Andrés Fernández, a pesar de mover el balón con cierta velocidad en el juego posicional durante algunas fases del enfrentamiento.
El Deportivo acumuló posesiones largas que en muchas ocasiones murieron en zonas intrascendentes. No obstante, el equipo de Óscar Gilsanz completó 152 de los 196 pases que intentó en el último tercio del terreno de juego. Una cifra que, sobre el papel, debería haberse traducido en situaciones claras de peligro. Sin embargo, esa estadística quedó vacía de contenido ante la solidez defensiva del Levante, que ofreció una lección de orden táctico y eficacia. Los levantinistas concedieron pocas ocasiones y limitaron al Deportivo a realizar un juego lateralizado y predecible que rara vez descolocó su estructura.
A pesar de exhibir cierta inspiración en la circulación en la parcela central, el Dépor se estrelló una y otra vez contra el entramado defensivo rival cuando se acercó a la frontal del área. La estadística muestra que las bandas, especialmente la izquierda con la presencia de Yeremay y las constantes subidas de Rafa Obrador, fueron las principales vías del Deportivo para encontrar la tan ansiada profundidad. Pero ni siquiera las llegadas a la línea de fondo se tradujeron en peligro real. De los 32 centros realizados, tanto en juego corrido como en acciones a balón parado, solo seis encontraron destinatario, un porcentaje frustrante que subraya la falta de precisión y contundencia en el último tercio, además de la ausencia de un delantero capaz de imponerse dentro del área contraria.
Después del partido, Óscar Gilsanz destacó en la sala de prensa la valentía de su equipo para asumir el protagonismo con balón, aunque no ocultó cierta preocupación por la falta de profundidad. "El equipo entró fuerte, valiente, siendo dominador con balón. Quizá el único debe fue tener un poco más de profundidad, pero juegas contra un rival que encaja poco y trabaja muy bien a nivel defensivo”, explicó el técnico, que puso en valor en más de una ocasión la fortaleza del Levante en un contexto como el que se produjo en Riazor.
De hecho, el cuadro levantinista también adoptó una versión reactiva en el encuentro de la primera vuelta en el Ciutat de València (2-1) y el Deportivo superó la barrera de los 500 pases (537 intentados y 463 completados) sin apenas crear peligro. Es, hasta la fecha, quizá el peor partido del conjunto herculino en lo que va de temporada.
La cifra de 579 pases totales y 507 completados es la más alta del Deportivo en un partido de la presente temporada en Segunda División. El encuentro del pasado sábado contra el Levante superó en este sentido al disputado en Cartagonova contra el Cartagena (1-5), donde el conjunto coruñés había realizado 574 entregas con 491 exitosas.
Sin embargo, como es lógico, un número elevado de pases está estrechamente ligado al hecho de ir por detrás en el marcador. El equipo que va ganando suele ceder la iniciativa y el que va perdiendo no tiene más remedio que arriesgar más. Por ese motivo, la gran mayoría de veces que el Deportivo ha superado los 500 pases intentados ha sido en encuentros que acabaron en derrota, salvo por la mencionada excepción de Cartagonova y el reciente triunfo ante el Burgos (0-1). En El Plantío, el Dépor intentó 516 pases, aunque solo consiguió completar 417.
En cambio, el resto de partidos en los que pasó de los 500 pases intentados terminaron con derrota: 519 contra el Oviedo (0-1), 512 ante el Burgos en Riazor (0-2) y 523 frente al Racing de Santander (1-2) .
En el otro extremo se encuentran los seis encuentros en los que el Dépor no alcanzó la cifra de 400 pases totales. En ese sentido, el Elche de Eder Sarabia, el equipo con mayor porcentaje de posesión de Segunda, dejó al cuadro coruñés con 310 pases y 230 completados en el 0-0 en el Martínez Valero. El resto de partidos con menos entregas son los siguientes: 344 contra el Cádiz (2-4), 355 ante el Albacete (2-5), 371 frente al Málaga (1-1), 380 contra el Zaragoza (1-1) y 399 ante el Castellón (5-1).