El Deportivo afronta una semana larga de transición entre el partido del pasado viernes en Riazor ante el Córdoba (1-1) y el duelo del próximo lunes en Castalia frente al Castellón. Estos dos equipos, además del propio Dépor y el Málaga, han logrado consolidarse en la zona media de la tabla, protagonizando campañas meritorias tras su regreso al fútbol profesional desde el barro de la Primera Federación.
Los cuatro recién ascendidos comparten varios rasgos en común. Son clubes históricos del fútbol español –cada uno en su medida–, cuentan con una gran masa social y han forjado una identidad propia en el plano futbolístico. Se han convertido en equipos capaces de competir contra cualquier rival, con virtudes marcadas tanto a nivel colectivo como individual y cuentan con una proyección de crecimiento notable a corto y medio plazo.
A pesar de que el pasado fin de semana no fue positivo para los cuatro equipos, con el empate entre Dépor y Córdoba (1-1) y las derrotas de Castellón (3-1) y Málaga (0-2) contra Elche y Cádiz, respectivamente, su rendimiento a lo largo de la campaña merece ser analizado. Tras 30 jornadas es buen momento para repasar las claves que han llevado a estos recién ascendidos a plantarse en la zona media de la categoría, agrupados en cuatro puntos.
El Córdoba es el equipo más en forma de los cuatro recién ascendidos tras haber experimentado un giro radical desde diciembre. Bajo la dirección de Iván Ania, el equipo andaluz comenzó el curso con un rendimiento notable en El Nuevo Arcángel, pero con grandes dificultades a domicilio. No obstante, ha logrado revertir esa debilidad fuera de casa, acumulando siete partidos invicto como visitante (cinco victorias y dos empates), la mejor racha de su historia en Segunda.
Esta serie positiva ha permitido al Córdoba escalar posiciones en la tabla manteniendo intacta su seña de identidad más distintiva. El éxito del cuadro blanquiverde radica en su presión alta, agresiva y bien coordinada, que lo convierte en una máquina de recuperar balones en campo contrario. Esta intensidad también se traduce en ser el equipo con más faltas y tarjetas amarillas, consecuencia de su marcaje casi individual en la presión. A pesar de su vocación ofensiva, el Córdoba no desentona en ataque posicional, aunque sufre cuando el rival supera su presión y obliga a los andaluces a replegarse.
A nivel individual, destacan figuras como Carracedo, uno de los mejores regateadores de Segunda; Álex Sala, centrocampista asociativo, de gran golpeo, llegador y últimamente inspirado de cara a puerta; Carlos Albarrán, un lateral que forma una sociedad temible con Carracedo en la banda derecha, y Carlos Marín, portero siempre atento para apagar fuegos a la espalda de la defensa y fiable bajo palos.
El equipo blanquiazul también se encuentra en línea ascendente, aunque no tan pronunciada como la cordobesista. Después de un inicio de Liga en el que el conjunto coruñés llegó a pisar los puestos de descenso, con actuaciones irregulares y una falta de acierto en ataque que lastró su puntuación, la llegada de Óscar Gilsanz al banquillo ha dotado al Dépor de una mayor estabilidad.
El conjunto herculino se siente cómodo en transiciones rápidas, aprovechando la velocidad de sus atacantes, pero también es capaz de controlar los partidos a través de la posesión. La consolidación de José Ángel en el doble pivote ha sido clave para el equilibrio blanquiazul desde el inicio de 2025.
Curiosamente, el Deportivo es uno de los mejores visitantes de Segunda, pero ha sufrido en Riazor, una circunstancia que Gilsanz intenta revertir con su filosofía de construir un equipo sólido y fiable más allá de los resultados inmediatos.
En el apartado individual, brillan los canteranos Yeremay y Mella, revelaciones de la temporada en la categoría de plata. Además, Helton sigue creciendo bajo palos, Ximo Navarro aporta seguridad y proyección en el lateral, Dani Barcia continúa adquiriendo galones en el eje de la zaga, el doble pivote José Ángel-Villares se está consolidando y Mario Soriano, con su inteligencia y calidad, se erige como el nexo perfecto entre la medular y el tridente Mella-Eddahchouri-Yeremay.
El equipo castellonense regresó al fútbol profesional con la propuesta de juego más atrevida de los 22 equipos de Segunda División. El técnico neerlandés Dick Schreuder creó un equipo con un plan vistoso y protagonista. En fase defensiva, presión alta innegociable, y en ataque, muchos jugadores por delante del balón y una extrema movilidad y libertad para todos sus futbolistas. Esta filosofía le otorgó un carácter impredecible, con marcadores abultados tanto a favor como en contra, y se convirtió en un equipo capaz de golear a casi cualquier rival y también de caer en cualquier escenario.
Sin embargo, una racha de cuatro derrotas consecutivas entre diciembre y enero provocó la destitución de Dick Schreuder y la promoción de Johan Plat, su hasta entonces segundo entrenador. Después de un inicio de la etapa del también preparador neerlandés con dos derrotas, el Castellón ha vuelto a encontrar su camino en las últimas semanas a pesar de la reciente derrota en Elche. Plat ha sentado las bases de un juego más sólido y cohesionado, aunque en la esencia del Castellón sigue estando buena parte de la atrevida filosofía Schreuder.
En el plano individual, un buen puñado de futbolistas han acaparado los focos. El portero Gonzalo Crettaz, clave en el ascenso del pasado curso, sigue manteniendo un nivel notable en un equipo acostumbrado a exponerse. En la defensa también es clave la salida de balón y la inteligencia táctica de Alberto Jiménez, viejo conocido del deportivismo por ser uno de los goleadores en el aciago playoff ante el Albacete. Además, en ataque cuenta con varios jugadores que convierten sus partidos en apetecibles para el espectador neutral: el joven Álex Calatrava es uno de los máximos asistentes de Segunda, el indetectable Israel Suero se está destapando como un llegador contrastado y el polivalente Raúl Sánchez se mantiene inspirado de cara a puerta. Son algunos de los jugadores destacados de un Castellón coral y sin una clara dependencia de ningún futbolista.
El conjunto malaguista comparte varios rasgos con el Deportivo. Su gran masa social lo ha llevado a liderar la asistencia media en Segunda (25.058 espectadores por partido, por delante de los 22.741 de Riazor), y su plantilla se apoya en una generación de jóvenes talentos con gran proyección.
El equipo dirigido por Sergio Pellicer, ex del Fabril, se caracteriza por su solidez defensiva. Es el segundo equipo con menos derrotas (6), solo superado por el Levante (5), y su capacidad para cerrar espacios y encajar pocos goles le ha permitido mantenerse siempre competitivo. No obstante, esta seguridad también lo ha convertido en el equipo con más empates (15), lo que refleja la dificultad que encuentran sus rivales para doblegarlo.
Por otro lado, en fase ofensiva es un equipo con recursos y dinámico. El mediocentro Manu Molina, también ex del filial deportivista, es el metrónomo de un equipo que cuenta con laterales con mucha proyección ofensiva y con jugadores en tres cuartos capaces de desequilibrar un partido con su calidad, como es el caso de Larrubia, Antoñito Cordero o Kevin Medina, todos ellos canteranos malaguistas. Además, Alfonso Herrero es el segundo portero con mejor porcentaje de paradas de Segunda, siendo una pieza fundamental en la buena trayectoria del equipo.
Los cuatro recién ascendidos han demostrado que, con identidad y planificación, se puede competir con garantías en Segunda. Córdoba, Deportivo, Castellón y Málaga han sabido adaptarse a la categoría con propuestas diferentes, pero igualmente efectivas. A falta de 12 jornadas, todos ellos siguen manteniendo cierta distancia con los puestos de peligro y miran al futuro con la ambición de consolidarse en el fútbol profesional.