La ilusión de A Coruña por albergar partidos del Mundial 2030 tendrá que superar una meta volante el próximo mes de septiembre. En torno al día 20 una delegación de la FIFA visitará la ciudad para realizar una exigente inspección que obligará a definir aspectos referentes a infraestructuras y sostenibilidad, pero sobre todo a aclarar cuestiones relativas a la financiación y lo que los federativos definen como “legado” y que tiene que ver con el uso que tendrá el estadio tras el Mundial. La FIFA no quiere que le acusen de promover coliseos que tras la competición se conviertan en mausoleos.
El examen obliga a que, una vez seleccionada entre las once ciudades españolas que serán en principio sedes, la candidatura coruñesa entre en una etapa de definiciones. En esa línea cabe entender el paso adelante del ayuntamiento para fijar una reunión con el Deportivo y encontrar un acuerdo que haga entender que en A Coruña todos los actores involucrados en esta escena leen el mismo libreto.
A Ayuntamiento y Deportivo le alejan ahora mismo varias cuestiones, pero la que primera que se pondrá encima de la mesa por parte del club blanquiazul tiene que ver con el aforo del estadio, que se irá por encima de los 48.000 espectadores para poder así darle un uso extrafutbolístico a Riazor y poder entrar en la primera división de los grandes circuitos internacionales de estrellas de la música, que requieren superar las 45.000 butacas. El Dépor entiende que eso requiere un coste de mantenimiento que el club no está dispuesto a asumir en un espacio (el tercer anillo) al que considera que apenas le va a dar uso en los partidos de fútbol.
Mientras tanto la FIFA pide cita para cotejar entre otros detalles que todas las voluntades se alinean. Y sedes descartadas como Valencia y Vigo se mantienen alerta.