El pasado 18 de diciembre, el Depor cerraba 2022 con una victoria tan inmerecida como épica en Ceuta (1-2). Injusta por el pobre juego desplegado por el cuadro blanquiazul ante el colista de la liga en aquel momento. Heróica por los contratiempos que se vio obligado a superar el bloque coruñés para llevarse los tres puntos del estadio Alfonso Murube.
“Ellos han sido muy superiores desde que empezó el partido. Hemos tenido varios jugadores con vómitos. Yo mismo estoy con medicación. Es un virus que traíamos desde A Coruña y nos ha mermado. Había pesadez, teníamos cara de muertos...”, desvelaba el entrenador deportivista, Óscar Cano, en la rueda de prensa posterior al partido.
“La sensación es un malestar estomacal fuerte y la verdad es que una sensación de pesadez enorme”, explicaba el preparador, quien indicó que dicho virus estomacal afectó a varios integrantes de la expedición blanquiazul.
“A Rubén lo tuvimos que sustituir, Max no estaba para jugar, Kuki estaba fatal...”, dijo el entrenador deportivista.
Otro de los afectados fue Adrián Lapeña, quien viajó a Ceuta, pero se quedó en el banquillo y no llegó a disputar ni un solo minuto.
Un virus que dejó a Isi Gómez fuera de la convocatoria. El centrocampista se había ejercitado varios días al margen del grupo y ni siquiera llegó a hacer las maletas para el duelo con el equipo ceutí.
El doctor Carlos Lariño explicó en los micrófonos de la Cadena Ser la “odisea” que supuso el desayuno que efectuó el plantel blanquiazul aquella mañana, debido al virus.
“El desayuno fue una odisea y alguno ya se nos había puesto malo en el aeropuerto. Nosotros ayudamos con la química, pero luego hace falta que la gente quiera saltar al campo y varios lo hicieron reventados, han hecho un esfuerzo enorme”, indicó el galeno.
Por si fuera poco con los problemas ocasionados por dicha dolencia, a la hora de juego Diego Villares, que había marcado el 0-2, se vio obligado a abandonar el césped tras una escalofriante caída en un duelo aéreo con Alejandro Macías. Una acción que dejó helados a los presentes por el aterrizaje del centrocampista sobre su cuello, aunque afortunadamente se quedó en un esguince cervical.
“Me acaba de decir algún familiar y amigo que se temía lo peor. Nos ha pillado cerca y las primeras sensaciones eran malísimas. Pero como Villares es de goma, incluso quería seguir jugando. Era una locura porque la salud está por encima de todo”, comentó Cano en la rueda de prensa.
Alberto Quiles también subrayó los distintos contratiempos que tuvieron que superar para alzarse con el triunfo ante el cuadro ceutí.
“Estuvimos 12 horas viajando y el que no tenía el virus, como yo, estaba con las piernas muy flojas. Nos ha pasado un poco de todo. Por eso es difícil ganar aquí. Ellos tienen buen equipo, pero también está el viaje, el césped, da igual que llevaras aluminio, resbalabas también”, dijo.
Aquel 18 de diciembre parecía que el Depor ganaría sin despeinarse en Ceuta. Quiles materializaba un penalti de Juan Gutiérrez sobre Svensson a los cuatro minutos de partido y Diego Villares marcaba el 0-2 en el 23’, tras aprovechar un nuevo fallo de Gutiérrez, para batir al portero Leandro Monteagud.
Todo lo contrario, el cuadro ceutí jugó mejor, generó más peligro, recortó distancias en el minuto 56 por medio de Adri Cuevas e incluso rozó el 2-2 en los instantes finales, pero Mackay lo evitó con una gran parada tras un remate de Reina.
En el tiempo de descuento, con el Ceuta volcado sobre la portería blanquiazul, el conjunto herculino se quedó con un futbolista menos por la expulsión de Víctor Narro.
“Han sido merecedores de la victoria, pero esto es el fútbol”, reconoció el técnico del Depor, Óscar Cano.
“No hemos merecido ganar, pero hemos sumado tres puntos más en un campo donde a medida que vaya avanzando la temporada, no ganarán muchos”, subrayó el entrenador deportivista.