Mi historia de amor por el Deportivo comenzó cuando era una niña en Segovia. Mi padre, que es una persona bastante introvertida, veía todos los fines de semana partidos de fútbol por la televisión. Entonces para poder acercarme a él y tener una relación más estrecha me sentaba a ver el fútbol con él. Decidí hacerme seguidora de un equipo y él me dejó elegir entre el Madrid y el Deportivo. Era la época de Arsenio Iglesias y me decanté por el Dépor, con lo cual mi padre también se hizo del equipo coruñés. A partir de este momento me llevó a ver en directo al Deportivo a campos como El Helmántico, José Zorrilla, Los Pajaritos, Vallecas, Vicente Calderón, Santiago Bernabéu... tendría siete años y desde entonces no he parado de animar al club.
Recuerdo con especial cariño una victoria por 0-5 ante el Salamanca en El Helmántico; fue el primer partido de fútbol que vi en directo y me encantó. Fue espectacular, con goles de Aldana y Bebeto que nunca olvidaré. Otro capítulo muy especial para mí fue el Centenariazo, que viví cuando era estudiante en una residencia de monjas. Ellas eran todas seguidoras del Real Madrid y solo estaba yo representando al Deportivo. Me pusieron en el medio como para reírse de mí pero finalmente la que reí fui yo con el triunfo. Este último ascenso logrado por el Deportivo la pasada temporada desde Primera RFEF lo tengo memorizado con especial cariño porque lo viví rodeada de mucha gente de mi peña. También me acordé en esos momentos de toda la gente con que estuve en la directiva de la Federación de Peñas.
Mi primera boda presentó un aspecto deportivista por todos los lados. Decidí montar un homenaje a mi pasión por el Deportivo y hubo bufandas, banderas, botes de humo... Saltaron las alarmas de incendio del hotel donde se celebró el evento y la verdad es que fue un momento más que emotivo. Casi nos mandan a comer al Burger King pero fue un instante muy bonito, sobre todo porque te das cuenta de que al estar en una peña del cariño del que disfrutas por parte de toda la gente. Los invitados respetaron al máximo nuestro amor por el Dépor y esto es algo muy a tener en cuenta, lo recuerdo con mucha alegría, me sentí muy querida.
Ahora mismo estoy preparándome para salir por la tarde para Albacete, para poder animar al Deportivo en el Carlos Belmonte. Tengo que reconocer que en la actualidad hago bastantes menos kilómetros que en el pasado reciente. Me conformo con cuatro o cinco viajes al año. Ahora sí que es verdad que la edad y la hipoteca comienzan a pesar bastante en la mochila. Estamos reduciendo gastos. Pero me gustaría destacar que en la temporada 2018-19, la del playoff de ascenso fallido en Son Moix, me hice casi 35.000 kilómetros. Estuvimos haciendo los cálculos en casa y daba una cifra tremenda, la verdad es que esa temporada no paramos. Además de visitar muchas ciudades me gusta especialmente desplazarme hasta A Coruña para poder estar con todos los amigos en el estadio de Riazor. Ver al Dépor en casa siempre es especial y no siempre nos podemos permitir el lujo de hacerlo a lo largo de la temporada.
Ni que decir tiene que a lo largo de todos estos años de seguimiento y pasión por el Deportivo puedo presumir de que A Coruña es como si fuera mi casa. Me considero segoviana de nacimiento pero coruñesa de adopción, por todos los lados. Conozco más locales de hostelería para comer y para tomar algo en A Coruña que en Segovia. El Deportivo me ha servido para hacer un gran número de amigos y de establecer lo que definiría como “una segunda familia”. Tanto la gente de la peña como la de otras agrupaciones son muy importantes en mi vida, más si cabe en estos años que nos está tocando vivir. Las alegrías son pocas y cuando se producen son para subir de la tercera categoría a la segunda. Más allá de lo meramente futbolístico, se establecen vínculos muy bonitos, poder estar en una comunidad de gente por la que te interesas y que se interesa en ti. El Deportivo es para mí una manera de vivir y alrededor estas personas crean una zona de confort imprescindible.