Este ha sido un partido que no hubo por donde cogerlo, de suspenso colectivo en el plano defensivo, en donde el Deportivo se mostró demasiado blando frente a uno de los clubes de la zona de arriba de la clasificación.
Los centrales deportivistas dejaron muchas dudas en este choque, en una retaguardia que tampoco supo utilizar las bandas para crear peligro a un rival muy bien pertrechado.
Yeremay no tuvo su día; muy marcado, se perdió en regates estériles, no encontró la forma de vulnerar a sus adversarios y la verdad es que pasó bastante desapercibido.
El Mirandés controló por completo el desarrollo del partido, dándole al juego el ritmo que le convenía, ante un Deportivo que se vio incapaz de crear ocasiones, no pudieron encontrar el modo de salir de ni un solo regate, demostrando ser muy previsibles y planos en la creación de juego y en el desborde (inexistente).
El rival se mostró como un gran equipo, disciplinado y duro cuando era necesario hacer faltas, con muchos jugadores cedidos pero que dejaron constancia de que se hallan conjuntados por un entrenador como Alessio Lisci que ha sabido conformar un buen bloque, siempre competitivo aunque sin estrellas.
La gran afición del Deportivo, que otra vez se volcó con los suyos en Riazor, tuvo que esperar al minuto 32 para dar cuenta del primer tiro a puerta de los blanquiazules, a cargo de David Mella. Como nota destacada el portero Helton Leite fue de lo mejor incluso a pesar de haber recibido cuatro dianas.
Sobre Lucas Pérez me gustaría comentar que debe dejarse de protestar y jugar más al fútbol.
Para Fernando Soriano el mensaje también es claro, y es que hay que exigirle un poco más de acierto en los fichajes del mes de enero.
Nos vamos al parón navideño con ciertas dudas, ya no solamente de que necesitamos refuerzos en el medio del campo y en la delantera. Ahora quizá también añoremos un par de retoques en la defensa.