Fue un partido bastante equilibrado. En el primer tiempo el Dépor tenía mucha dificultad para la salvar la presión alta en ese 4-4-2, con los dos puntas. Llegará un momento en el que eso le pase con otros rivales. Los delanteros tenían movimientos muy claros para evitar ese tres contra dos, cuando bajaba José Ángel y para que, una vez el balón llegase a uno de los centrales, ya no volviese.
El Oviedo le recuperó balones altos al Dépor y el equipo estuvo incómodo. Probó a jugar más largo, pero tampoco acababa de encontrarse. A partir del minuto 25 el encuentro se igualó y entonces llegó el gol, en una gran jugada a balón parado, que salió a la perfección y de un nivel altísimo.
La pena es que no se aguantó el resultado. El gol del empate llegó en un mal rechace mal defendido al borde del área. En el segundo tiempo el Dépor fue capaz de corregir ese inicio de juego, tuvo posesiones más largas, al bajar a un lateral y a Mario Soriano, lo que hizo que perdiese profundidad pero el Oviedo ya no recuperó tan alto. Es verdad que el Dépor perdió por delante, pero con esas posesiones tan largas desgastó a su rival. No obstante, el Oviedo sí que tuvo una ocasión muy clara, con ese mano a mano de Helton ante Alemao. Una jugada que nació de ese penalti que buscó Yeremay y que no era.
Tiene que tener cuidado en ese tipo de jugadas, porque tenía a todo el equipo por delante de él y es un riesgo perder ahí el balón por el espacio que queda a la espalda. Creo que Óscar ya cerraba el partido con el 1-1 pero llegó ese pase de espaldas de Hugo Rama, liberando el juego de esa zona de presión a la otra banda, en la que estaba Ximo volcado y solo, para terminar por marcar. Creo que el Dépor supo esperar. Cuando los rivales tienen que arriesgar, y este tenía en juego en liderato, a veces toman decisiones erradas. El Oviedo estaba volcado en el perfil izquierdo y entonces llegó la visión de juego de Hugo Rama, que puede que nadie contase con él, ni con ese pase a Ximo, que está haciendo un temporadón. El Dépor aprovechó la necesidad del rival en una jugada de talento.