En las situaciones de crisis las palabras deben medirse y valorarse como si encerrasen un profundo mensaje. Imanol Idiakez habló en la víspera del partido contra el Racing y aludió a conceptos como “estabilidad y continuidad”. Y encontró en el cuadro cántabro un espejo en el que mirarse. El reflejo no fue el de Blancanieves.
El Racing le pasó por la derecha al Deportivo en el primer semestre de 2022 y desde entonces se dedica a formar un equipo que escale hasta la Primera División. Lo que se vio en Riazor fue una idea clara de juego, suicida o no queda a gusto del consumidor. Pero por ahora parece que no le va mal llevar la línea zaguera hasta el centro del campo y ahogar a los rivales.
Lo más complicado en el fútbol, quizás también en la vida, es encontrar un estilo. El Racing, ese espejito mágico, lo tiene y al aplicarlo muestra también otro valor: la capacidad para manejarse igual en casa que fuera, con idéntica ambición, con una clara intención de dominio y de que se juegue en el campo del rival provoca que el seguimiento de la gente se multiplique. Y el orgullo de seguir al equipo. A Coruña, atiborrada esta vez de policías como si alguien quisiera expiar culpas, se llenó de seguidores del Racing como pocas veces se ha visto. Importa ganar, sí, pero también cómo.
Con todo, cuando vences dos partidos de doce los modos y maneras importan mucho menos que el hecho de ganar. En esas anda este Deportivo del que en el inicio liguero se han emitido mensajes que trataban de potenciar virtudes y minimizar defectos. El buenismo agrada, pero no siempre ayuda. Sí lo hace conformar equipos. Idiakez no parece que este año vaya por ese camino y por eso está en la cuerda floja, con los directivos reunidos tras la derrota de ayer. “Están estudiando la situación”, deslizó una fuente del club. No estaría de más que quienes definen las culpabilidades del entrenador también enfoquen hacia las suyas propias, siquiera con ánimo reparador.
Una vez más el Dépor fue un quiero y no puedo que exhibió las carencias ya conocidas. Algunas de ellas se han fraguado en los despachos. Ayer cuando Idiakez buscaba un segundo aliento en ataque no recurrió a Gauto ni al ya menos demandando Patiño. Llamó a Davo. Igual algo de cábala hubo en esa decisión, pero sobre todo subyacía la idea de que dirección deportiva y técnico caminaron por senderos diferentes en la confección de la plantilla. Lo evidente es que se ha cambiado media plantilla y pocos de esos refuerzos están aportando. El Deportivo se sostiene sobre los mismos pilares que en Primera RFEF. Lejos de ser un equipo es, por ahora, una entelequia.
Las carencias se exhiben en el verde, obviamente. Esta vez no llegaron goles a balón parado, pero afloró la incapacidad para zafarse de una presión alta que ya se sabía que problemas iba a generar. El Racing flotó a Pablo Vázquez para que el juego se iniciase con el zaguero menos dotado para combinar. Idiakez eligió a Barbero y Herrera, dos especialistas para jugar de espaldas a la portería rival, controlar los envíos que generaban la presión rival y aliviarla. Pero no hubo conexiones entre líneas. Al mediocampo le volvió a faltar fútbol en ese incómodo inicio. Tampoco encontró desahogo el equipo por los costados.
El Racing castigó al Deportivo, que aún así tuvo orgullo para rebelarse y volver a entrar al partido. Debió de hacerlo antes, pero tampoco ayuda la fortuna en estos momentos de negación: si la pelota pega en el palo se va para fuera en lugar de marcharse a la red. Pudo empatar el partido el Deportivo, sobre todo cuando se nutrió del inmenso talento de Yeremay, al que Idiakez guardó en el banquillo justo en un momento clave para su futuro profesional. Al final dijo que el chico llegaba con una carga elevada de minutos. “Sabía que él y Mella no podrían jugar todo el partido”. La grada no lo entendió así. Las entretelas de lo que ocurre en una plantilla, las cargas o las molestias no es información que llegue a la gente y más ahora con los blindajes que rodean a los equipos. Pero por si acaso tampoco Yeremay, seguramente por bisoñez, le echó un cable a su entrenador tras el partido.
Idiakez dosificó a su futbolista más desequilibrante y cuando le dio carrete desparramó fútbol para acular al Racing, que padeció para salvar la victoria. Pero al equipo, y a su técnico, ya hace tiempo que las sensaciones no les alimentan. Y la rueda del fútbol se llevará por delante al entrenador que hizo el trabajo que otros no pudieron hacer en tres intentos anteriores.
Hoy el tercer tope salarial de la categoría es el tercero por la cola en la clasificación. Da para reflexionar sobre la importancia de respetar los tiempos precisos para confeccionar equipos. ¿Cuántos futbolistas del Santander son mejores que los del Deportivo en una comparación uno por uno? ¿Qué hubiera pasado si, por ejemplo, este verano Fernando Soriano se descuelga con el fichaje de Montero, hoy líder defensivo en un equipo que en doce jornadas le saca 19 puntos de ventaja al Deportivo?
Estabilidad y continuidad son dos quimeras en el fútbol. Si este Racing completa su viaje a Primera, y ya en lo más alto gana dos de los primeros doce partidos, lo más probable es que su técnico esté con un pie en el paro.