“Tengo que reconocer que ha habido dos o tres partidos en los que he estado por debajo de mi nivel, pero esos fallos también hay que saber pasarlos, aprender de ellos y sumar experiencia a la mochila. En general, creo que estoy haciendo una temporada bastante buena”, reconocía Adrián Lapeña en una entrevista concedida a nuestro diario el pasado 28 de abril.
Esos despistes defensivos —aislados, pero aun así más habituales de lo deseado— son de los pocos lunares que figuran en la primera temporada del central riojano en el Depor.
El zaguero nacido en Logroño fichó el pasado verano, procedente del Castellón, con el que jugó en Segunda, y desde el principio se erigió en el líder de la retaguardia blanquiazul.
Se trata de un jugador más que cumplidor, que no destaca por su brillantez, pero sí por su regularidad y solvencia. De hecho, fue el único futbolista ‘intocable’ en el eje de la zaga.
Su polivalencia, además, le permitió disputar algún encuentro como lateral derecho, cuando las lesiones se cebaron con Trilli y Víctor García o cuando Borja Jiménez introdujo alguna variante en el esquema habitual.
El riojano fue el soporte de la retaguardia y se convirtió en el deportivista con mayor presencia en el campo durante la temporada 2021-22. Tanto en partidos como en minutos.
Lapeña protagonizó 35 de los 36 encuentros de la liga regular que disputó el equipo (la escuadra herculina no jugó ninguno de los dos duelos con el Extremadura), así como los dos del playoff de ascenso, contra el Linares y el Albacete. Solo se perdió el choque con el Real Valladolid Promesas en Riazor (3-0), debido a que cumplía ciclo de tarjetas.
El central, que también disputó 21 minutos en la derrota en la segunda eliminatoria de la Copa del Rey, contra el Osasuna (1-2), finalizó el campeonato liguero con 3.310 minutos, teniendo en cuenta tanto la liga regular como la promoción de ascenso a la Segunda División.
Lástima de esas pequeñas inseguridades que mostró en momentos puntuales porque en caso contrario hablaríamos de un jugador de mayor nivel. Pero el riojano, pese a su solvencia, no pudo evitar cometer errores de bulto que costaron sustos importantes, sobre todo cuando el Depor atravesó su crisis de juego y resultados.
De hecho, el fantasma del nerviosismo volvió a hacer acto de presencia en la final del playoff ante el Albacete, ya que el riojano no estuvo nada afortunado en los goles rivales.
Quizá la mayor virtud de Lapeña resida en su habilidad para hacer daño en el área contraria, ya que se trata de un central que casi todos los años deja un puñado de goles. Cuatro en su primera campaña como blanquiazul, todos ellos a balón parado y siempre coincidiendo con triunfos.
Firmó el 0-1 en casa del Tudelano. Marcó el primero de los dos del Depor ante el Calahorra (2-1) y el Rayo (2-1). Y anotó el segundo en el 3-0 contra la UD Logroñés.