Al descanso ganaba el Deportivo y la sensación es que allí se estaba jugando el partido más viejo del mundo, ese que advierte de que el fútbol no se trata de un deporte en el que vence quien maneja la pelota más tiempo o tiene más voluntad atacante sino que es un deporte tan grande que premia a aquellos que manejan con singular pericia las herramientas de las que disponen. También ayuda el auxilio de la fortuna, claro. El caso es que el Dépor se puso en ventaja tras plantear un partido a la espera, aguardar sus opciones, encontrarlas, marrar la primera y embocar la segunda. Replegado para contener a un Real Madrid que pareció confiado en sus fuerzas, el equipo se asentó con una actuación que le alivió tras el varapalo de Granada. Cada minuto que pasó fue un litro de gasolina en el motor de la confianza blanquiazul. El gol de Lara, un acelerón. También para las merengues, que de pronto sintieron como les apretaba el zapato y en la segunda parte le dieron la vuelta el partido ante un Deportivo que se dejó la vida. Nada se puede reprochar a quien todo lo ofrece. Esas fueron las jugadoras blanquiazules, esforzadas y finalmente castigadas (1-4) por la superioridad de un rival que se llevó un susto.
El Deportivo se tapó con un dibujo de tres centrales. En la pizarra seguramente se dibujó un 3-4-3, pero al final, sin balón (y eso fue una constante) aquello era un 5-4-1 en el que Samara, esforzada ante la amenaza de Athenea, y Lara se alineaban por los flancos a la altura del trío zaguero y Ainhoa y Bárbara acudían a tapar los costados. Al Madrid le costó encontrar los espacios y eso que por momentos la defensa deportivista, por acumulación, parecía permeable. Lo pasó mal el equipo de Fran Alonso porque además no encontró vías para sacar la pelota desde atrás en la línea que marcó el técnico. La presión alta del Madrid le dio opciones continuas de reiniciar su ofensiva, pero también propició una paradoja: en cada robo el Deportivo ya estaba replegado, así que esa incapacidad para salir jugando sirvió al menos para que no hubiese que defender a campo abierto.
Porque lo que podía ocurrir con las líneas altas se apreció poco antes del cuarto de hora cuando tras un inicio rival el Dépor tiró la línea de cinco casi hasta el centro del campo. Falló la presión al balón, que acabó al espacio para que Athenea enfilase a Inês Pereira. El remate de la cántabra, que poco antes del partido dejó claro con una publicación en sus redes sociales que en Riazor se sentía en casa, se fue alto.
Visto que la manta del Dépor era cortita, el equipo decidió dejarse los pies a la intemperie a la espera de que se calentasen solos. Se abrigó atrás para hacerse fuerte en el trabajo defensivo, en las ayudas y las coberturas para que las jugadoras madridistas no encontrasen espacios. Con el empate en el marcador le faltó codicia al equipo que adiestra Alberto Toril. Por momentos parecieron relajadas sus futbolistas, como si este partido entre medias de la Champions les pareciese un trámite fácilmente resoluble. Así, mediada la primera parte una desatención de la central Rocio Gálvez con la pelota le regaló un mano a mano a Millene frente a Misa. La exportera deportivista se hizo grande para tapar los espacios.
Pero el Madrid no atendió al aviso. Siguió a lo suyo, sin colmillo ni para probar a Ines ni para obtener ventajas de su capacidad para robar la pelota en campo contrario. Le faltó presencia en el área rival al equipo blanco, que en esta ocasión fue gris y no solo por su vestimenta. Y el Deportivo estaba atento para hacerle una nueva emboscada. Pareció hasta sencillo: Samara buscó por el flanco diestro del ataque a Ainhoa, que cuerpeó y ganó dos veces a Olga Carmona, muy blanda en los duelos la heroína mundialista. La delantera catalana llegó a la línea de fondo con cierta facilidad y allí ya solo tuvo que llamar a su calidad para colocar la pelota en zona de remate a Bárbara Latorre. Misa desvió ese intento, pero se quedó vendida ante el rechace, que Pancha Lara envió a la red entre la algarabía de la grada de Tribuna, donde se citaron más de dos mil espectadores, muchas de ellas niñas.
Con diez minutos por jugar antes del receso, el Madrid se avivó. Athenea remató cerca del palo, con Inês batida, un servicio de Tere Abelleira, que había entrado como cuchillo en mantequilla entre la zaga blanquiazul. Poco después Eva Navarro remató de cabeza y la pelota volvió a olfatear la meta deportivista.
El descanso le sentó bien al Deportivo, en ventaja, reanimado tras llegar entre dudas al partido, reafirmado en un plan de partido que se percibió efectivo. Y el reinició dañó al Madrid, que volvió al partido aún peor de cómo lo había dejado. Hasta en dos ocasiones vio el segundo gol de cerca Millene antes de que tras una hora de juego Toril maniobrase a las bravas para activar cuatro sustituciones y cambiar todo el armazón ofensivo de su equipo. Diez minutos después llamó a su goleadora Bruun para prescindir de Abelleira, toda una declaración de intenciones en la búsqueda de atajos hacia el gol
Alonso buscó piernas frescas con Henar y Hmirova en el lugar de Paula y Ainhoa. Corrió mucho el Deportivo para perseguir a su rival, para defender un marcador que era un tesoro. También entró Olaya por Bárbara Latorre, que se fue entre calambres. Se le hizo largo el partido al Deportivo, que se agarró a cualquier resquicio para cortar el ritmo del rival. Y apareció Pereira, providencial para tapar un testarazo de Angeldahl que se iba a la red. Se desató el Madrid, que pobló el área deportivista de delanteras. Bruun remató al palo a un cuarto de hora del noventa tras un centro de Feller, que reanimó el flanco diestro de su equipo. Pero el empate llegó en un zurdazo lejano, marca de la casa, de Olga Carmona, que castigó al Deportivo desde la frontal en un saque de esquina que supo leer bien el Madrid para encontrar opciones mientras el área estaba poblada por casi una veintena de futbolistas.
La victoria era matrícula de honor, el empate un notable alto para el Deportivo, así que con poco más de un cuarto de hora por jugar nada cambió con la igualada. El Deportivo se aprestó a sufrir, pero en el minuto 85 un centro aparentemente inocuo lo bajó la danesa Bruun de los cielos para que Redondo rematase ante Pereira. Todo había acabado porque el Deportivo ya no tenía ni fuerzas ni argumentos para rebelarse. Marcó María Méndez el tercero para el Madrid al acudir al primer palo a la salida de un córner. Y pidió disculpas en la celebración a la que fue su afición. Y al final redondeó Bruun, una de las jugadoras con las que cambió el partido. Hasta cuatro exdeportivistas, todas ellas internacionales (Méndez, Misa, Abelleira y Athenea) se alinearon de titulares con el Madrid este sábado en Riazor. Tres de ellas son campeonas del mundo y representan lo que fue, lo que pudo haber sido y lo que es este Deportivo femenino que bastante hizo con tratar de contener un océano con las manos. Hasta que se rindió en la orilla.
Dépor Abanca: Inês Pereira; Samara Ortiz (Cris Martínez, min. 80), Raquel García, Artero, Vera, Pancha Lara; Ainhoa Marín (Hmírová, min. 61), Lucía Martínez, Paula Gutiérrez (Henar, min. 61), Bárbara Latorre (Olaya, min. 69) y Millene (ADT, min. 80).
Real Madrid: Misa, Antonia Silva, Rocío Gálvez, María Méndez, Olga Carmona; Tere Abelleira (Bruun, min. 69), Leupolz (Angeldahl, min. 59); Moller (Weir, min. 59), Eva Navarro (Caicedo, min. 59), Alba Redondo y Athenea (Feller, min. 59).
Goles: 1-0, min 35: Pancha Lara; 1-1, min 78: Olga; 1-2, min 84: Redondo; 1-3, min 88: María Méndez; 1-4, min 95: Bruun.
Árbitro: Paola Cebollada López (comité aragonés). Amonestó a Millene, Paula Gutiérrez y Caicedo.