Faltaban cinco minutos para el final del partido. La primera victoria del Deportivo Liceo estaba ya encaminada cuando el Bigues i Riells cometió la décima falta. Alba Garrote Quesada (28 de octubre de 1999, Oviedo) ejecutó la directa pasando el stick por la espalda, como una especie de rabona, probablemente el gol de la jornada. Si fuese un movimiento de gimnasia artística llevaría su nombre: un Garrote.
“Son cosas que llevo practicando desde que era pequeña. Me las enseñó mi padre cuando me entrenaba en el Areces. Siempre me inculcó el buen gusto por la técnica individual”, desvela la jugadora asturiana, una de las caras nuevas del equipo coruñés en su regreso a la máxima categoría.
Su padre, Javier Garrote, y sus tíos, Benchi, Alberto, José y Nacho, también jugaban al hockey, aunque ella empezó por el empeño de su madre, Nuria: “Mi padre no era tan partidario de que empezara tan pequeñita con niños porque entonces no había equipos femeninos, eran mixtos”. A los tres años ya sabía patinar y a los cuatro aprendió a manejar el stick.
Alba debutó en la OK Liga con el Gijón HC cuando todavía era una adolescente y, a los 18 años recién cumplidos, se fue de casa para fichar por el Reus Deportiu: “Al principio lo pasé un poco mal porque estaba lejos de mi casa y de mi familia, pero fue una oportunidad muy buena y tentadora para jugar en un club histórico como el Reus”, recuerda.
Después de dos campañas en el Cuencas Mineras de su tierra, respondió a la llamada del Liceo: “El año pasado ya me ofrecieron fichar a mitad de temporada, pero no quería dejarlo todo de lado. En verano ya lo tenía decidido: por el nombre, la historia, los títulos… Y además porque está al lado de casa”, indica.
Alba reconoce que de pequeña “no sabía ni lo que era la OK Liga”, pero ya escuchaba el nombre del Liceo por su padre y ahora se reconoce encantada en A Coruña: “En esta ciudad se respira hockey”, se sorprende la ‘9’ verdiblanca, que compagina el deporte con el grado superior de Técnico en Animación de Actividades Físicas y Deportivas (TAFAD) que estudia en el colegio Liceo La Paz.
La jugadora ovetense se incorporó al equipo a finales de agosto para empezar la pretemporada, aunque la liga regular no se inició hasta el fin de semana pasado: “Teníamos ganas de empezar porque con el Europeo llevábamos bastante tiempo sin jugar. Por una parte estábamos algo nerviosas porque volver a la OK Liga es una responsabilidad, pero estamos muy contentas de haber empezado así”, resume.
El Liceo arrancó la OK Liga 2021/22 con remontada y goleada ante el Bigues i Riells (5-1), que la pasada campaña jugó la fase por el título y terminó sexto. “Es un equipo que suele quedar en la parte alta de la tabla, un rival fuerte y difícil”, analiza Garrote, que en el banquillo visitante se encontró con el primo de su madre, Ramón Peralta, otro vínculo familiar con el hockey.
La victoria y el anecdótico liderato tras la primera jornada disparan las expectativas del equipo de Carlos Loureiro: “Nuestro objetivo es hacerlo lo mejor posible y pelear cada partido hasta el final. Creo que podemos plantarle cara a cualquier rival de la OK Liga”, avisa la jugadora, que agradece poder entrenar y jugar en el Palacio de los Deportes de Riazor.
“Es algo positivo por parte del club. Es una de esas pequeñas cosas que se puede hacer por la igualdad y jugar en el Palacio es un reto para nosotras porque es la misma pista en la que juegan los chicos”, opina Alba, que espera poder enganchar a la afición: “Si vamos ganando partidos y se empieza a hablar del Liceo femenino puede ayudar a que venga más gente”.
Los sueños de la jugadora asturiana pasan por “ganar títulos y llegar algún día a la selección española”, aunque por ahora piensa en el corto plazo: “Me gustaría ganar varios partidos y consolidar al equipo en la categoría”.
La especialista a bola parada del Liceo se fija en su compañero del masculino, Jordi Adroher: “Es muy listo, técnico y con una gran visión de juego, además de que es impresionante ver cómo tira las faltas directas”, admite la asturiana, que también destaca a Raúl Marín, del Reus, y a Laura Puigdueta, del Palau. Alba ya ha dejado su sello en el Palacio: un Garrote.