Cuando uno piensa en deporte, lo primero que le viene a la mente son goles, canastas, remates, voleas, melés… Si ahondamos un poquito más, compañeros, viajes, lesiones, victorias y derrotas.
Pero hay mucho más en la trastienda de los clubes, sobre todo de los modestos. Me refiero a la base para que después se produzca lo anterior. Es lógicamente el parné, el dinero con el que financiar todo el tinglado. Y claro, esa parte de bonita tiene poco. Es estresante, dura, ingrata…. y quema.
Una carrera contrarreloj en la que compites solo contra el mundo. Te ves llamando a puertas y escribiendo mails pidiendo reuniones a personas y empresas que nunca hubieras imaginado. Lo haces por el club, tú en la vida lo harías por algo tuyo. Y todo para un NO por respuesta. Cuando hay respuesta.
Yo tuve la posibilidad de practicar deporte y vivirlo desde dos perspectivas. Como jugadora del Karbo, después Karbo Deportivo, nunca me preocupé de la “trastienda”. Viajábamos en autobús, cenábamos en restaurantes normales, dormíamos en hotelitos básicos y teníamos material suficiente. ¿Qué problema había? ¿De dónde provenía todo aquello? Ni idea.
Un día nos dijeron que por motivos económicos el Karbo Deportivo tenía que desaparecer y ahí se acabó el sueño. Alguien había hecho trizas la hucha, debimos pensar.
Y así dio comienzo mi segunda etapa en el deporte. Cabezona como soy le propuse a mi padre que le propusiera a su vez a Augusto César Lendoiro, por aquel entonces gerente del Colegio Liceo La Paz, que este le comentara a los directores del cole la posibilidad de crear un equipo de fútbol sala femenino. Y aceptaron. Salimos en la única categoría que existía. Primera. Grupo único. Toda España por delante.
No recuerdo bien cómo sobrevivimos a aquello. Sé que viajamos por toda la península gracias a Autos Rico. El colegio tiró de contactos y hubo un par de personas que fueron vitales, Roberto y Paloma.
La temporada siguiente nos unimos al Meirás de Ferrol (el Valdetires de hoy en día) y ahí empezó a sonar la palabra que me acompañó durante años. La Cooperativa. La Cooperativa de Meirás era la patrocinadora (como ahora la Propiedad) y siempre rondaba por el vestuario que si la Cooperativa no estaba contenta todo aquello se iría al garete. Recuerdo a nuestra presidenta Pilar eternamente preocupada por agradar a aquella gente a la que nunca puse cara, pero que nos parecían malísimos.
Y veo que los años han pasado pero las necesidades y los vericuetos son los mismos. Me llamó hace unos días mi amiga Leny López, una de las alma máter del 5 Coruña Fútbol Sala. Me comenta que la alegría del ascenso del equipo femenino a Segunda Nacional ha sido un regalo envenenado. Que está exhausta de buscar apoyos y de dar en hueso.
Y entonces pienso, algo debemos estar haciendo mal reiteradamente en esta y otras ciudades. No somos capaces de ofrecerle al sector privado proyectos que les resulten interesantes desde el punto de vista de marketing ni desde el punto de vista fiscal. Seguramente habría que reunir a todo los sectores y hablar.
Hablar de verdad. Mientras tanto el 5 Coruña, como otros, se desangra.
Salud y suerte!