Los Bucks se pusieron las pilas en el segundo partido de la final del Este, serie que igualaron tras desbordar a los Hawks en un increíble segundo cuarto, resuelto con 43-17 e instrumental en la comodísima victoria (125-91) de los pupilos de Mike Budenholzer.
Ni una sola ventaja tuvieron los de Nate McMillan, que lo más cerca que estuvieron de su verdugo fue el 2-0 inicial. Aun así, alcanzaron el primer parón a solo un par de triples de distancia (34-28).
Todo cambió en el segundo acto. Concretamente entre los minutos 17 y 22, tiempo en que los locales firmaron un 20-0 que convirtió un intento de demarraje en un fuga con todas las de la ley, pilotada por Brook López (16 puntos), Jrue Holiday (22 y 7 asistencias), Khris Middleton (15, 8 y 7 rebotes) y Giannis Antetokounmpo (25, 6, 9 y 2 robos).
El 77-45 al descanso dejó cero margen para la recuperación de un equipo visitante lastrado por el mal partido de Trae Young (15 tantos, con 1 de 8 en triples, y 9 balones perdidos) y las molestias físicas que impiden rendir a su mejor nivel al Bogdan Bodganovic. Budenholzer dio unos pocos minutos más a su núcleo duro, que no pisó el rectángulo en el último periodo, y en los segundos finales del tercero dejó la imagen fea, feísima, del encuentro, al pedir la revisión de una jugada cuando los Bucks ganaban por cuatro decenas (103-63). Y aun encima perdió la reclamación.
La única buena noticia para McMillan fue recuperar, tras cuatro meses en el dique seco, a Cam Reddish, que aprovechó el último cuarto para anotar 11 puntos. Un elemento más para los Hawks, que jugarán como locales los dos próximos capítulos de la serie.