El balón parado se ha convertido en el rompecabezas del Lugo, uno de los puntos débiles que le costaron el empate ante el Zaragoza (2-2) y al que intenta encontrar solución su cuarto entrenador esta temporada, Rubén Albés.
El partido del pasado viernes fue el ejemplo de lo que al equipo gallego le cuestan las acciones de estrategia en su propia área. El conjunto maño le castigó con un penalti y, sobre todo, con una falta lateral que cabeceó el portero del equipo visitante a los noventa y siete minutos del encuentro, un jarro de agua fría.
La formación rojiblanca ha encajado cuarenta y nueve goles en los treinta y siete partidos que se han disputado en la presente temporada en la segunda categoría y, de ellos, diecinueve, el 38 %, llegaron en acciones a balón parado.
“El balón parado defensivo es lo que más me preocupa ahora mismo”, admitió Albés tras el encuentro con el Zaragoza, en el que su equipo también vio puerta en jugadas de pizarra con sendos saques de esquina, uno cabeceado por Manu Barreiro y otro rematado por el central portugués Frederico Venancio.
Los diecinueve goles encajados por el Lugo en ese tipo de acciones se reparten en cuatro saques de esquina, seis faltas y nueve lanzamientos desde los once metros (penalti).
Al conjunto lucense le quedan cinco finales y uno de los aspectos en los que debe mejorar es la defensa de las citadas jugadas.