Una nueva genialidad de Karim Benzema salvó de la derrota a un Real Madrid inferior al Chelsea, superado en el físico y sin aportación ofensiva en el primer capítulo de las semifinales de la Liga de Campeones, en una eliminatoria que encaró desde el conservadurismo y que se resolverá en Londres.
Pocos equipos tienen una identidad tan definida como el Chelsea de Tuchel. Rocoso, un muro difícil de superar. Equipo que desea la posesión y busca la verticalidad. La carta de presentación era clara y Zidane apostó por protegerse. Habituado ya a jugar con el mismo sistema del rival, con tres centrales, no repitió la valentía de salir a por un resultado que ayudase para la vuelta como ante el Liverpool. Espera una eliminatoria larga y el temor al físico desgastado de sus jugadores, impulsó la falta de valentía.
Y el duelo se tiñó de azul pese a jugarse en Madrid. Desde una condición física superior, el Chelsea se adueñó del partido. El Real Madrid achicaba agua como podía.
No había reacción alguna, solo impotencia. Y de la manera más sencilla, con un balón picado de Rudiger a la espalda de Varane, llegó un tanto que hacía justicia. Lento el francés en la reacción. Mala elección de Nacho por ir a tapar la portería antes de encimar al rival. Pulisic le puso sangre fría. Regateó a Courtois y marcó a placer un tanto que es oro a domicilio en unas semifinales.
Inestable
El Madrid se partía por la falta de estabilidad del centro del campo que dominó el fútbol durante años. Modric, caído a la derecha, no ayudó al equilibrio. Los espacios aparecieron y el Chelsea siempre corrió con superioridad numérica en cada contragolpe. Perdonó a un equipo superado. Y cuando parecía que lo importante pasaba a ser mantenerse con vida para la vuelta, golpeó Benzema.
Desde la estrategia de un saque de esquina, con el poderío aéreo de Casemiro y Militao antes de una genialidad del delantero francés. Más 9 que nunca. Controló como pudo con la cabeza y con rapidez armó un disparo espectacular sin dejar caer el esférico. Arriba, imparable para Mendy.
Se mantenía en pie el Real Madrid, con Vinicius encarando rivales y Kroos animándose en el disparo lejano. No había argumentos ofensivos, bastante tenían en el intento de freno de contragolpes que no costaron caros por la falta de contundencia del Chelsea en los últimos metros.
Se entonó en la segunda parte el Real Madrid cuando aumentó la posesión pero falto de ideas en los últimos metros. Juntó sus líneas y sintió más seguridad antes de que los cambios del Chelsea le devolvieran el dominio. Zidane apostó por Hazard, en un examen a su físico en un encuentro de la mayor exigencia.
Las ocasiones desaparecieron, el recital lo ponía Kanté. Solo a balón parado lo intentó el Real Madrid y respondió Ziyech para toparse con Courtois. Zidane dio el paso al frente tarde, a trece minutos del final, dando entrada a Marco Asensio. Apenas un disparo lejano de Kroos y un testarazo de Varane en un final de orgullo que no fue suficiente.