Con una mochila algo más liviana y una perspectiva mucho más animosa, la selección española femenina de fútbol regresará esta tarde al Stade Océane de Le Havre. Ese escenario, bañado por el Canal de Tancarville, resultó talismán para el esfuerzo de La Roja recién emprendida su marcha en el Mundial de Francia.
Aunque sigue contando únicamente los puntos de su remontada ante la escuadra de Sudáfrica, ya que después cayó ante la de Alemania en Valenciennes, el equipo español distingue su próximo destino en el certamen. Si hace nueve días festejó en Le Havre la primera victoria de su corta historia mundialista, de la ciudad normanda pretende alejarse esta vez con otra conquista: los octavos de final le pertenecerán con otro triunfo o con un empate.
Podría bastarle igualmente una derrota para ser uno de los cuatro mejores terceros, pero la victoria es la vía más directa hacia la primera fase eliminatoria. La Roja quiere llegar con merecimiento y sin angustias a un lugar donde nunca antes ha arribado. La premisa es, por tanto, someter al combinado de China para saberse uno de los 16 premiados.
Hay, además, para el grupo que capitanean Marta Torrejón, Irene Paredes y Amanda Sampedro otros estímulos, como navegar sobre el Stade Océane a “velocidad de crucero” o esquivar, con ritmo y con juego, la dureza que emplean las chinas. “Que a nadie se le ocurra menospreciarlas porque va a ser muy complicado”, alertó Paredes.
La defensa del Paris Saint-Germain describió al conjunto chino como “un buen equipo”. “Tiene jugadoras con calidad. A Wang Shuang (su compañera en el PSG) la conozco perfectamente. Es la estrella, la jugadora con más calidad”.