Andrés Pardo, icónico capitán de la década de los 70
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Andrés Pardo, icónico capitán de la década de los 70

Andrés Pardo, icónico capitán de la década de los 70

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Julio Andrés Pardo Pereira (A Coruña, 12-III-1952), conocido futbolísticamente como Andrés Pardo, sobresalió en la historia del RC Deportivo debido a sus trece años de militancia, con una regularidad pasmosa que le guió a ser un asiduo en las alineaciones de los años 70.

Todo un obrero del fútbol, que siempre derrochaba empuje y ganas, también destacó por su compromiso en la lucha por los derechos laborales de un colectivo como el de los jugadores profesionales.
Vistiendo la elástica blanquiazul —la única en su dilatada carrera—, tuvo que sobrellevar episodios traumáticos como dos descensos experimentados a Tercera División y Segunda B.

Los inicios de Pardo en el mundo del fútbol llegaron de la mano de un personaje que marcó una época en la ciudad de A Coruña.

 

Empecé muy tarde a jugar al fútbol; mi primer entrenador fue Paco Vázquez

 

“Empecé muy tarde a jugar al fútbol, lo que más me gustaba era hacer deporte, pero jugaba en la calle; había muy pocos equipos y pertenecer a uno en Infantiles era dificilísimo. Mi primer entrenador en esta categoría fue Paco Vázquez. Era un tío fenomenal, muy servicial y le encantaba este deporte”, reflexiona, al tiempo que explica los entresijos de su paso al RC Deportivo.

“Un compañero en Maristas me dijo que había pruebas por el Deportivo en el campo del Frontón de Riazor, fui pasándolas pero como todavía era infantil no me hicieron ficha en Juveniles. Entonces fiché por el Ural, cuyo presidente era Augusto César Lendoiro”, dijo.

Pardo no se obsesionó con su entrada en el club de Riazor y no le importó dar un paso atrás para coger carrerilla y encadenar dos adelante

 

Los Juveniles del Deportivo me quisieron pero aprendía más en el Gaiteira

 

“Del Ural todos pasaban al Español pero como mi barrio era el Gaiteira fiché por este equipo; en Juveniles vinieron a buscarme los del Deportivo pero preferí jugar en modestos en el Gaiteira porque aprendía mucho más. Posteriormente me llamó el Fabril con Arsenio en una nueva etapa tras un descenso a Regional. A mitad de la Liga subieron a Arsenio al Deportivo y nosotros nos quedamos con Rodrigo”, explica.

Con gesto siempre amable y sonrisa perenne, Pardo relata las opciones que tuvo en su carrera para relanzarse fuera de A Coruña.
“Estuve dos años en el Fabril y uno en el Racing como cedido mientras hacía la ‘mili’. Después ya jugué siempre en el Deportivo.

Tuve alguna oportunidad de irme pero no fraguó. El Espanyol preguntó por mí pero por aquel entonces había el derecho de retención y no me dejaron ir”, expone.

En días de austeridad máxima en el cuadro más representativo y laureado del fútbol gallego, Andrés Pardo recuerda momentos de sufrimiento de esta entidad centenaria.

“Viví dos descensos, uno a Tercera y otro a Segunda B, fue una experiencia muy dura; el Deportivo  venía de ser el famoso equipo ascensor, con Manolete, Loureda, Cortés, Luis, Domínguez... y lo pasamos mal”, comenta un exjugador que se define como un competidor nato, que a sus 66 años sigue exigiéndose el máximo en los partidillos con amigos que sigue disputando.

 

Físicamente era aceptable y técnicamente, regular; pero tenía hambre

 

“Yo era muy competitivo, le ponía mucha voluntad. Físicamente era más o menos aceptable y técnicamente, regular. Tenía mucha hambre de ganar, que era lo más importante como profesional”, confiesa.

Muy al estilo de hombres de banda actuales como Jordi Alba, Gayá o Jesús Navas, tuvo que retrasar su posición sobre el terreno de juego al desembarcar en el profesionalismo.

“En el Fabril era extremo pero en el Deportivo me reconvirtieron en lateral, marcaba bien, era rápido y contundente. De mí decían que daba patadas. Se lesionó Richard y otros hombre de esta demarcación. El entrenador Irulegui me preguntó si quería jugar de lateral y no lo hice mal. Conseguí asentarme en ese puesto e iba cumpliendo. Subía por el extremo y se la daba a Piño, que era el que sabía jugar, me desdoblaba y centraba. Ese más o menos era mi estilo de juego en los 13 años que estuve en el Deportivo. Los seis últimos era el capitán”, abundó.

 

Por mi "look" en el campo, de melena y bigote, me llamaban "gitano"

 

De parecido más que razonable con rockeros de la época como Jim Morrison (melena siempre al viento) y posterior bigote poblado, Andrés Pardo no pasaba desapercibido en los estadios españoles.

“Por mi ‘look’ en el campo, de melena y bigote, me llamaban ‘gitano’; era la época de los Beatles, también el nacimiento de los hippies y todo se pegaba”, ironiza. 

Sin embargo, el control sobre el jugador profesional era muy superior al de ahora.

 

Roque Olsen nos pedía las llaves de casa y nos timbraba por las noches

 

“La vida para un futbolista era más dura que ahora, había un régimen de disciplina interno casi militar; Roque Olsen pedía las llaves de los portales, abría y timbraba a la puerta para saber si estábamos en casa por las noches”, incidió.

El coraje que derrochaba en cada una de sus más de 200 apariciones con el RC Deportivo le hizo granjearse un trocito del corazón de los seguidores blanquiazules.

“La afición me trataba bien porque le ponía mucha voluntad y esfuerzo; el ambiente de Riazor era como ahora, más o menos, siempre se vivió con mucha pasión, aunque nunca me imaginé que el Deportivo fuese a llegar tan lejos”, dijo.

Preguntado acerca de los técnicos que lo dirigieron en el club coruñés, Pardo precisa que “Naya fue el más severo que teníamos, era militar y nos hacía correr mucho. Arsenio nos enseñaba mucho y Luis Suárez era impresionante, un futbolista increíble. Llegaba con su bolsita, se cambiaba y corría alrededor de las pistas. Tenía una precisión impresionante en el pase, regate elegante. Ya no hay jugadores como él”, sentencia.

Efectuando un ejercicio de síntesis, el exdeportivista coge aire y se toma su tiempo antes de subrayar sus mejores y peores experiencias en el Depor.

“El peor momento de mi carrera fue una lesión de osteopatía de pubis de la que tuve que operarme en Barcelona, las lesiones te impiden jugar y llegan hasta deprimir al futbolista; el mejor momento con el Deportivo no ha sido uno sino que fueron todos los partidos en los que jugué como titular, más de 200”, añadió.

Su prematura retirada como profesional llegó a los 29 años. “Siempre seguí jugando al fútbol, lo hice en el Sada con Chapela, en el Oleiros y después en Veteranos. Me encanta el deporte y lo sigo jugando a día de hoy. A veces hacemos el ridículo y tengo que pedir perdón por esas ganas de ganar que tengo”, puntualizó.

Andrés Pardo, icónico capitán de la década de los 70

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