E s una tradición todos los años. Se termina la primera vuelta y se hace el gran balance de lo que se lleva hecho hasta ese momento y, consecuentemente, se hacen proyecciones para la segunda vuelta. Se nombra al campeón de invierno, se abre el mercado de invierno, se vuelve a cerrar, y todos y en todas las categorías se autoconvencen de que el objetivo, el que sea, se va a conseguir. Pues bien, en el Deportivo la cosa no ha sido diferente. Y uno de los análisis más certeros lo hizo nuestro entrenador, Borja Jiménez, cuando resaltó el hecho de que habíamos hecho “una barbaridad de puntos”. Y no le falta razón. Cuando se cumplió la jornada 19 el Deportivo llevaba nada menos que 43 puntos. Y simplemente con repetir los resultados en la segunda parte del campeonato nos iríamos a 86, que en buena lógica darían el primer puesto al final de la liga. ¿Qué se pueden sacar más? Claro que sí, que ya conseguimos 91 en una ocasión, pero sería muy extraño que alguien con 86 puntos quedase de segundo.
Y curiosamente en esas estamos. Hemos jugado dos partidos de la segunda vuelta y hemos calcado los resultados de la primera. Volvimos a ganar 1-0 al Zamora, solo que esta vez fuera y perdimos en casa 1-2 ante el histórico Real Unión de Irún. Y de la misma forma, que si el Real Unión sólo llegó dos veces, que si el Depor mereció ganar y toda la cantinela de siempre, pero al final los que ganaron fueron ellos otra vez. Y cuidado que ahora vienen curvas. Como sigamos repitiendo resultados, ahora empataríamos a unos con la SD Logroñés y luego a cero con el Racing. O sea, que no nos pongamos nerviosos.
El caso es que la derrota del domingo pasado no debe encender ninguna alarma. Esta misma temporada ya sufrimos un pequeño bache con 3 partidos en los que sólo sumamos un punto y seguidamente volvieron las victorias una tras otra que hicieron que tengamos los puntos que ahora tenemos. Y si no nos llega con eso, pues para eso tenemos las hemerotecas para recordarnos que manteniendo la calma se puede hacer que una derrota en casa no pase de ser algo puntual.
El recuerdo que tengo yo más claro de todo esto es el de la temporada 90-91. La temporada del ascenso por antonomasia para los que nacimos en los años del baby boom. Aquel año estábamos intratables en Riazor y, salvo un empate en la tercera jornada ante la UD Las Palmas, ganábamos todos los partidos sobradamente. Fuera íbamos arañando empates y alguna victoria ocasional que nos hacía seguir luchando por ascender, pero en Riazor éramos un fortín. Pues bien, fue en la jornada 32, ya acabando el campeonato, cuando el Eibar nos ganó 2-3. Veníamos de perder 3-0 en Jerez y esa derrota podía habernos puesto más que nerviosos. No fue así y el equipo volvió por donde solía y acabó ascendiendo y quemando unas meigas que por lo visto se habían instalado en la cubierta de Preferencia.
Y casos muy parecidos sucedieron en otras temporadas exitosas, como la del ascenso de 2012, donde salvo un par de errores en la primera vuelta ante Hércules y Nástic, todo fueron victorias en Riazor hasta que el Valladolid se llevó un empate en el último minuto en la jornada 37. No pasó nada, seguimos jugando de la misma forma y las victorias siguieron llegando. Y el año de la liga tres cuartos de lo mismo: la clave estuvo en la fortaleza en Riazor. Si hubo algún pequeño tropiezo en casa no fue más que una anécdota puntual.
Y hoy volvemos a Logroño. Allí ya ganamos al otro Logroñés, ¿verdad? Pues a repetir.