Dice un buen amigo que le encanta la gente que le entusiasma lo que hace y que cuenta con pasión cómo lo hace. Parece mentira, pero no es sencillo dar con personas como la que mi amigo describe. Y mucho menos, rodearse de ella. En Ourense tienen la suerte de haber dado con uno de ellos, se lo aseguro, porque compartí algunos momentos con él, aunque algunos más bonitos que otros, durante los años en los que formamos parte del club de nuestros amores en misiones y tareas diferentes.
Pablo López es sencillez, prudencia, amabilidad y trabajo. Mucho trabajo. Es uno de los muchos ejemplos de que el talento no lo es todo. ¿Se puede ser el mejor sin serlo? Sí, con esfuerzo, dedicación y sin poner peros, sin poner disculpas, sin colocar barreras a seguir aprendiendo, a ser un poco mejor cada día.
El técnico del Ourense CF ha llegado a Primera Federación y, seguro, ese no será su techo. Ha aterrizando en O Couto para comenzar una carrera que se presume fructífera. Como futbolista sus excompañeros destacan su inteligencia, su colocación, su saber estar. Un jugador que sin tener grandes cualidades técnicas y físicas jugó 13 temporadas en Segunda B, categoría en la que acumuló más de 350 partidos, muchos de ellos en las filas de clubes importantes como Pontevedra, CD Ourense, Real Oviedo o Cultural Leonesa. La decepción de no dar el salto al Fabril desde los juveniles campeones de España no frenó su ilusión. Primero se fue al histórico Imperátor del primer ascenso del fútbol modesto coruñés a categoría nacional. Después hizo las maletas con el único objetivo de seguir viviendo su amor por el fútbol.
Como entrenador, ha bregado duro desde sus primeros pinitos con un equipo alevín del Montañeros. Su paso por el As Pontes, donde colgó las botas, le proporcionó el primer contacto con los vestuarios adultos: dio el salto a la dirección deportiva y después dirigió al primer equipo.
Volvió al Dépor, donde se hizo cargo del Juvenil A durante temporada y media. La otra media –algo menos, mejor dicho– la exprimió al lado de un mito del fútbol mundial como Clarence Seedorf, dirigiendo a algunos jugadores de primera fila internacional, como Fabian Schär o Fede Valverde durante un puñado de meses al frente del primer equipo deportivista.
De la mano del neerlandés también conoció otro fútbol, el de selecciones, a los mandos de un trasatlántico africano como los ‘Leones Indomables’ de Camerún. Después llegaron Cristóbal, Manjarín y un ascenso a Segunda con el Racing de Ferrol.
Un bagaje para no pasar por alto, para no menospreciar sino todo lo contrario. El valor acumulado de Pablo López como entrenador resiste pocas comparaciones con cualquiera de las decenas de técnicos que han pasado por Abegondo –y entre los que tienen corazón blanquiazul– desde la inauguración de la ciudad deportiva hace más de dos décadas. Pasión, cariño y sabiduría. La receta perfecta.