Enmanuel Reyes ya ha asegurado su presencia en el podio. Una buena noticia para el deporte español, gallego y coruñés. Se ha hecho justicia, después de que en Tokio 2020 este mismo boxeador fuese eliminado de manera polémica en cuartos de final, diciendo así adiós a los metales.
Esta vez, Enmanuel sí podrá regresar a A Coruña con una medalla. Lo que no sabemos es el color. Pero está claro que buscará el oro. No se va a conformar con haber llegado hasta aquí.
Me recuerda a los Juegos de Londres 2012, cuando Sofía Toro, con Támara Echegoyen y Ángela Pumariega, alcanzó una final de vela, la de Elliott 6m. La plata estaba asegurada, así como el recibimiento y los homenajes a la regatista coruñesa en su regreso a casa. Pero no es lo mismo volver como campeona olímpica que como segunda o tercera... El oro pesa.
Y ahora, lo mismo. Enmanuel Reyes es un deportista que se sale de lo habitual. Habla con una sinceridad pasmosa, sin preocuparse de lo que puedan opinar de él. Tiene una gran autoestima, y sabe que puede llegar lejos.
Lo que ha conseguido ya es para estar muy orgulloso. Supone el fruto de muchos años de trabajo, y de una capacidad inquebrantable para seguir hacia adelante.
El domingo volverá al cuadrilátero para buscar una plaza en la final, con la satisfacción de que el podio le espera pero con la exigencia de aspirar a más. Porque sin esa ambición es imposible alcanzar metas como la que ya ha conseguido.