El titular refleja la visión que tengo sobre lo que nos está ofreciendo este Deportivo en el principio de la presente temporada. La sensación que se me transmite es la de tratar de conocer y en consecuencia, de obtener la mayor información posible de cada jugador, para posteriormente reubicarlo en la estructura táctica hacia lo que será el campeonato.
Probaturas tras probaturas, sin un sentido acorde con la necesidad de conseguir imperiosamente unos resultados de forma inmediata. El equipo, a estas alturas, ya debería ofrecer una personalidad propia y eso no se ve reflejado sobre el césped.
El plan establecido desde la secretaría técnica resulta preocupante. La imagen es la de incorporar jugadores donde su aportación se traslada a la zona de retaguardia. Ellos son los que deben esperar su salto condicionados a que surjan lesiones o sanciones.
Resultaba obvia la necesidad de incorporar un delantero centro que alcanzase una cifra de goles significativa, y también la de fortificar, con elementos especificos, la contención en el centro del campo.
Y ya no les quiero contar, la imperiosa e imprescindible necesidad de remodelar el sistema defensivo. Por ejemplo, situar laterales de forma natural. ¿Y lo del portero? Pienso que si este chico, recién llegado, es el que nos va hacer sentir confiados, apañados vamos. De la vida de los centrales ya casi ni les cuento. Desde el principio de la historia vengo reclamando un buen central, ya que Martínez roza el Principio de Peter.
El próximo visitante de Riazor será el Burgos. No el histórico, ese se quedó por el camino. Pieza complicada para lidiar. Mirando la clasificación, los números colocan a los blanquiazules en puestos de descenso y, por lo tanto, un traspié generaría la lógica preocupación y un desequilibrio moral.
El técnico deportivista deberá dejar de jugar a relaciones públicas dentro del vestuario e ir directamente a la practicidad, basándose en escoger las mejores cartas para cada encuentro. A pesar de las deficiencias, creo que hay plantilla suficiente para no estar con el agua al cuello. Espero que las aguas sean bien canalizadas y por lo tanto, que la afición deportivista pueda tener un tiempo de clarividencia.
Presencié, in situ, el choque del pasado domingo del Fabril ante el Compostela.
Sigo sin poder entender que solamente cinco canteranos estuvieran en la alineación inicial. Me debo perder algo. Si las generaciones de juveniles no dan para cubrir las vacantes, es que hago se está haciendo mal. Se incorporan jugadores que en la vida podrán tener acceso al primer equipo. En fin… Estoy seguro que el recién incorporado, llegado de Huesca, tendrá la varita mágica para ofrecer la versión adecuada.
Finalizo con dos puntos. El primero me preocupa y mucho y es que la jefatura deportiva de la ciudad de A Coruña no logre asumir sus responsabilidades. Allá doña Inés, ella sabrá con quién se juega el bacalao.
La segunda va con la Federación Gallega de Fútbol. Determinados clubes, para solventar sus grandes diferencias, se van a los tribunales deportivos de más alta jerarquía.
Estas derivas suelen ser peligrosas. Los abusos de poder están a la orden del día.
Como siempre un placer.