Llevamos toda la semana con la cantinela de la presunta debilidad del Deportivo fuera de casa comparada con la fortaleza infranqueable que muestra el equipo cuando juega en Riazor. Cada dos por tres le preguntan a los jugadores por este hecho y todos dicen lo mismo. Que no saben lo que les pasa pero que no salen igual las cosas fuera que en casa, que si jugar al abrigo de tu público te da un plus, que si los terrenos de juego que hay por España adelante no son iguales que el césped de Riazor. Y ya no digamos cuando le preguntan sobre el particular a Óscar Cano. Entonces ya entonces tenemos que escuchar eso de que los jugadores se han dejado la piel en el campo, que si las cosas no se han dado como queríamos… y así mil cosas más.
Pues bien, no seré yo el que discuta que los partidos de casa y los de fuera del Deportivo no se parecen en nada. Sólo hay que ver los resultados para darse cuenta de ello. Pero aun admitiendo eso, no creo que haya tanta diferencia entre unos y otros hasta tal punto que parece ya una obsesión lo de los partidos fuera de casa. Obviamente todos los equipos prefieren jugar al abrigo de su público y normalmente se suelen sacar más puntos en casa que fuera. Y en el caso del Deportivo pues más todavía con la afición que tiene y el sensacional ambiente que hay en Riazor un día sí y otro también. Recuerdo, eso sí, dos temporadas en que el Deportivo le dio la vuelta a la situación y puntuó más fuera que en casa: en la 88-89, cuando en Copa llegamos a semifinales siendo equipo de Segunda (del árbitro Soriano Aladrén no voy a hablar) y en la 2005-2006, la primera temporada de Caparrós. Pero son dos casos aislados y muy lejanos como para apelar a ellos. En cualquier caso, y para no desviarme del tema, creo que tanto los resultados de casa como los de fuera en esta temporada tan sólo varían en pequeños detalles que puede hacer pensar que en casa nos va muy bien y fuera mucho peor. Pero no hay tanta diferencia.
Basta ver los últimos partidos para darnos cuenta de ello. El otro día no es que hiciéramos un gran encuentro en San Sebastián de los Reyes, es cierto, pero si el malísimo árbitro hubiese pitado alguno de los penaltis que se tragó igual estábamos hablando en otro tono esta semana. La semana anterior jugamos en casa ante un Mérida que venía de perder cuatro partidos seguidos y sólo un penalti que se fabricó Yeremay en el minuto 94 hizo que ganáramos ese partido. Lo mismo que ante el Sanse no nos lo pitaron pues igual el del Mérida podrían no habérnoslo pitado y nos habríamos ido a casa con un triste empate en Riazor. La semana anterior ante el San Fernando más de lo mismo, a poco que hubiéramos defendido un poco bien un córner en el último suspiro del partido nos habríamos venido de allí con los tres puntos y tan felices. Y ya para acabar, el día del Rayo Majadahonda, que si no es porque Lucas es de otra categoría pues lo mismo el resultado no habría pasado del 0-0 y con Lucho García como gran héroe del Rayo Majadahonda.
Son solo cuatro detalles en cuatro partidos que si llegan a haberse producido haría que habláramos de dos empates en Riazor y dos victorias fuera. Y entonces el discurso habría sido otro, ¿a que sí?
Bueno, pues hoy toca fuera otra vez. Dos partidos a domicilio seguidos. El primero se empató. El de hoy se ganará. Y así por fin se dejará de hablar del tema. Al menos hasta dentro de dos semanas.