Está claro que detrás de determinados comportamientos hay razones que la mayoría de mortales desconocemos. Queda en evidencia cuando personas que a priori han alcanzado metas importantes se acaban cayendo con todo el equipo.

En el mundo del fútbol hay mucho de esto, aunque en una versión más inconsciente, golfa, digamos que fiestera, menos gris y asquerosa que en el ‘caso Overmars’. A lo largo de la historia se han sucedido numerosos jugadores que alternaron el terreno de juego con las discotecas, el reposo con las resacas, la disciplina con el jolgorio.

En la mayoría de estos casos, en la quiniela ganó el 2: el derrumbe. Nombres como el de George Best, Mágico González, Gascoine o Maradona lideran un ranking con interesante representación nacional de todos conocida.

Esto es un problema, y grave. Lo del neerlandés lo es vilmente más. Un futbolista reconocido mundialmente, con un cargo estupendo en el club de sus amores, con un salario de quitar el sentido, con una familia de portada de revista (su mujer Chantal fue Miss Países Bajos en 1995), con dos hijos que empiezan a seguir los pasos de su padre en el fútbol… y va y abusando de su cargo se dedica a hostigar a través de mensajes a “varias” mujeres del club y durante largo tiempo. Aquí cortocircuita algo.

Aunque ahora llegan noticias de que ya se conocían algunas irregularidades cuando le ofrecieron la renovación el pasado enero, lo cierto es que el Consejo de Supervisión del Ajax y el CEO, su íntimo amigo Edwin van der Sar, tomaron la decisión del cese fulminante. El “primo cachondo” había traspasado todas las barreras de la lógica y el respeto y se había pegado un tiro en el pie.

Overmars se fue, Overmars ya no está. Los organismos competentes actuaron y hasta el propio jugador pareció entender la condena a tenor de sus declaraciones de perdón. Seguramente, palabritas que se lleve el viento.

Mientras, en España un simpático al que le gusta bromear a través de whatssap sobre hacerle “cositas” a las mujeres sigue al frente de un equipo femenino, con la anuencia de su presidente. Un iluminado. No tengo más que decir, señoría.

Salud y suerte!