OPINIÓN | El error del Básquet Coruña
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OPINIÓN | El error del Básquet Coruña

OPINIÓN | El error del Básquet Coruña
Burjanadze antes del partido de este sábado en Tenerife | ACB PHOTO - EMILIO COBOS

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Equivocarse es un defecto de todos, pero reconocerlo y pedir disculpas es una virtud de pocos. Pero todavía hay algo peor en el error y es no haber cometido jamás uno. Esa es la señal más evidente de que estamos ante quien jamás intentó nada. El Básquet Coruña ha procurado durante los últimos meses competir en una Liga en la que todos, menos algunos de los que estaban en la pista, éramos novatos. Y tiene pinta de que no logrará tener continuidad en la categoría, lo que no necesariamente es sinónimo de fracaso. Que este paso por la ACB sea un error y no un fiasco habrá que valorarlo en un futuro inmediato que hay que construir desde ya mismo porque si algo ha quedado claro estos últimos meses es que en la ciudad y su área de influencia hay una masa crítica suficiente como para sostener un equipo de baloncesto entre los grandes. Ahora debe llegar la ambición.

 

Es el momento de definirse, de que el club se vigorice y gane ese músculo que todos apreciamos que le faltó en esta inolvidable campaña y no solo dentro de la pista. Esa ampliación de capital que se barrunta es necesaria para hacerlo y conseguir que el proyecto tractor del baloncesto en A Coruña pueda sostenerse sobre cimientos con denominación de origen propia. 

 

Decía esta semana el presidente del club en este periódico que querían evitar que llegase un Florentino Pérez y se hiciese con la mayoría accionarial del club, con su control en definitiva. Quizás el ejemplo pudo estar mejor logrado (Florentino no es el dueño del Madrid, aunque lo parezca), pero se entienden las palabras y se aprecia la idea. En 2025 no hay capitalismo popular en la industria del deporte, pero hay un modelo a seguir que en esta ciudad es factible: el de agrupar un pool de inversores locales con dinero, vocación y sensibilidad coruñesa o asimilada (ya sabemos que esta ciudad no reconoce como forasteros a aquellos que respetan sus sueños). Imagino un Básquet Coruña que reparta su capital entre siete, diez, quince o veinte inversores, con presencia cierta y activa de pequeños accionistas, sin depender de un Florentino que diga que el balón es suyo y que cuando le pete declare juego revuelto. Y si es así lo habremos intentado. Y quien lo intenta más de una vez también aprende de sus errores.

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