Si a la totalidad de aficionados que hoy acuda a presenciar en el estadio de Riazor el partido entre el Deportivo y el Eibar se le preguntase su parecer al disputarse en la tarde-noche de un lunes, la contestación sería la misma: un error. Si esta cuestión se repitiese a partir de ahora todos los lunes en los campos donde se cierran las jornadas de la Primera y Segunda División, la respuesta, fuese la ciudad que fuese, no sería diferente.
Los seguidores de los equipos participantes han mostrado en infinidad de ocasiones su disconformidad por celebrarse duelos el primer día de la semana. Entre las razones esgrimidas, por citar solo una, está el impedir el desplazamiento masivo para apoyar a sus futbolistas. Pese a este malestar generalizado, LaLiga defiende jugar los lunes por el elevado beneficio económico que deja una importante cantidad de dinero en las arcas de los clubes gracias a los contratos televisivos firmados. Es comprensible el argumento del organismo presidido por Javier Tebas, ya que ‘poderoso caballero es don Dinero’. Pero para algunos no todo vale y, como ejemplo, se puede recordar lo sucedido la pasada década en Alemania.
Las quejas de los aficionados provocaron la eliminación de los partidos de los lunes tras una gran polémica. La manera de expresar su malestar fue dejar de animar a los equipos durante la primera parte de los encuentros programados. Los gestores de la Bundesliga se mostraron sensibles con el sentir de los seguidores y a partir de la temporada 2021-22 decidieron dejar de señalar más duelos dicho día pese a ser conscientes de la pérdida de dinero.
Nuestros organizadores deberían pensar en sus aficionados y encontrar una forma de minimizar la falta de ingresos de los clubes y de este modo dejar de competir las tardes-noches de los lunes.