La habilidad del dirigente
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Los vericuetos judiciales propician curiosas paradojas. La Audiencia Nacional ha fulminado la cautelar solicitada por Pedro Rocha para suspender la inhabilitación de dos años que le impuso el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) por haberse extralimitado en sus funciones como presidente de la Comisión Gestora de la RFEF al decidir el despido del anterior secretario general, Andreu Camps.


En otro negociado, el Tribunal Supremo debe fallar respecto al recurso planteado por Rafael Louzán, condenado a siete años de inhabilitación para ocupar cargos públicos por un delito de prevaricación cometido cuando era presidente de la Diputación de Pontevedra. El primer fallo condenatorio apuntaba que Louzán era responsable en el procedimiento administrativo por el que se firmó un convenio con el Concello de Moraña para construir un campo de fútbol por ser la máxima autoridad del organismo provincial La sentencia emitida primero por un tribunal pontevedrés y ratificada en 2022 por la Audiencia Provincial, por tanto, no es firme. Así que Louzán tiene vía libre para convertirse en el próximo presidente de la Real Federación Española de Fútbol, que en realidad quienes le conocen apuntan que era su gran objetivo cuando dio el salto de la política al balón.


Las federaciones deportivas son entidades privadas. Por eso Louzán es presidente de la Federación Gallega de Fútbol sin tacha alguna. Pero los estatutos de la RFEF imponen, entre los requisitos para formar parte de los órganos federativos, no estar inhabilitado para desempeñar cargos públicos, sin especificar si las sentencias deben ser firmes o no. Por cierto, Rafael Louzán hasta ahora era vicepresidente de la RFEF y a nadie parecía importarle ni interesarle su situación judicial.


Extremadamente hábil en las bambalinas, maestro de la diplomacia, Louzán ha logrado poner de acuerdo a la gran mayoría de territoriales y dispone del favor de LaLiga. Pero deberá redoblar esfuerzos para trabajarse a aquellos que le acogen entre la sospecha, que no son pocos. Y tiene, obviamente, abierta la vía de una impugnación a su candidatura que enmarañaría aún más todo lo que rodea al fútbol español, donde el sosiego ya hace tiempo que es un valor inexistente.


Con todo, quienes apuntan que su presencia al frente de la RFEF sería un palo en la rueda de la maquinaria que nos llevará hasta el Mundial 2030 ignoran que su presencia ha sido clave en todo el trayecto realizado hasta el momento. La labor de Louzán, su apoyo, ha sido y tiene pinta de que será vital en que A Coruña y el estadio de Riazor figuren en la ecuación mundialista. El presidente de la territorial gallega no ha dudado en promover las candidaturas de nuestra comunidad. Es su trabajo, también. Y una vez que la RFEF decidió en favor de la de A Coruña sigue ahí.

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