La excelencia es la palabra más usada en el atletismo español de un tiempo a esta parte. Una palabra denostada por la gran mayoría de la familia atlética y que ha producido la mayor ola de protesta que jamás haya habido en el atletismo patrio y que ha llevado al enfrentamiento público de pesos pesados a cuenta de unos criterios a todas luces leoninos.
Para acceder a los grandes eventos internacionales hay dos vías. Por un lado los atletas tienen que cumplir con unas mínimas establecidas por World Athletics y la otra es por su posición en el ránking mundial, donde tienes que estar entre los 32 primeros. Para acceder necesitas puntos que otorgan los grandes mítines y diversos campeonatos, algo a que muchos atletas no tienen acceso. A mayores, y ahí viene la polémica, la RFEA establece sus propias mínimas, más duras de que de World Athletics. Esto provocó que atletas que cumplían los requisitos, pero no los de la RFEA, se hayan quedado en casa en los últimos eventos internacionales.
Además de privarles de competir, no pueden acceder a los puntos que otorga dicho campeonato, donde atletas de otros países se quedan con los puntos. Esto provoca que se vean relegados en el ránking.
Los casos más llamativos son los del velocista Pol Retamal, con mínima y puntos de World Athletics, pero no con la española por lo que no fue a las últimas competiciones. Los más sangrantes son los de Oscar Husillos e Iñaki Cañal, que estuvieron en el Mundial de Budapest y en el Europeo de Roma en el relevo, pero la RFEA no les inscribió en la prueba individual, cuando estaban a una y dos centésimas respectivamente de la mínima en los 400.