La fase de liguilla de la nueva Champions League llegó a su término el pasado miércoles con la disputa de los partidos correspondientes a su octava jornada. Las reacciones han sido numerosas tras finalizar este tramo inicial de la máxima competición continental y, como es lógico, las opiniones han sido de todo tipo. Sin entrar en lo vivido en los últimos encuentros celebrados, conviene reflexionar sobre lo sucedido.
Lo más reseñable ha sido que algunos de los equipos llamados ‘grandes’ han tenido que hacer esfuerzos titánicos para no quedar apeados a las primeras de cambio, como el Manchester City. Otros, como el Real Madrid o el Bayern (y el propio City), han visto como deben disputar un playoff (eufemismo de repesca) para tratar de avanzar a la eliminatoria de los octavos de final.
Algunos consideran que el actual formato ha permitido estas situaciones, que no pasaban en el anterior ya que los principales favoritos jugaban con ‘las cartas marcadas’ al tener margen al error. Sin embargo, siendo objetivo, se debe apreciar como algo ‘normal’ estos resbalones ya que si un equipo aspira a todos los títulos en juego es difícil que esté a pleno rendimiento la totalidad de los meses que dura una temporada, y más en una como la actual en la que algunos de ellos tomarán parte el próximo verano en el Mundialito de Clubes. Ello obligará a los entrenadores a rotar más en las próximas ediciones para evitar disgustos y no ‘castigar’ las piernas de sus futbolistas con muchos partidos al facilitar así poder llegar menos cargados al tramo decisivo de la campaña, que es cuando se deciden los campeonatos.
Otro aspecto que no conviene pasar por alto son los encuentros que han protagonizado los participantes. Siendo consciente de que la totalidad de los clubes se han clasificado por méritos deportivos, y todos parten desde el mismo punto, hay equipos que han gozado de un camino más plácido que otros, como siempre ha sido así tras efectuarse los sorteos. Pese a ello no es comprensible que el Barcelona haya tenido un único rival complejo –el Bayern– y el PSG se haya medido a cuatro –el Arsenal, Atlético, City y al propio Bayern–, lo que evidencia desigualdades en el calendario, algo que la UEFA deberá subsanar en el futuro.
La experiencia vivida permitirá a dicho organismo evaluar lo sucedido y tratar de que el mejor torneo de clubes del mundo continúe siéndolo, mientras que la Superliga no dé un zarpazo que sitúe al fútbol en el viejo continente en una nueva dimensión.