Los clubes de fútbol se han reinventando en las últimas temporadas ante la escasez de ingresos en sus arcas, circunstancia que les impedía hacer grandes fichajes y pagar nóminas gastronómicas.

El balompié, referente y espejo en muchos aspectos con otros deportes, siempre ha sido algo remiso en mezclar la publicidad con su escudo y colores representativos. Así, la primera entidad española en ‘ensuciar’ su camiseta con el nombre de una empresa fue el Racing de Santander en diciembre de 1981, ocho años después de hacerlo el Eintracht Braunschweig, un conjunto de la Bundesliga alemana que fue el pionero en el mundo.

Algunos ‘puristas’ han mostrado su negativa a estos movimientos y otros eluden dar el paso al advertir dudas en su idoneidad. No obstante su dogmatismo acaba viniendo abajo como la muralla de Jericó al recibir varios fajos de billetes que llenan las cajas de los clubes en cuestión. La duda es lo que se tardará en leer en el programa de la Primera División un Damm-Mahou, como cuando en la ACB se jugaba un Banca Catalana-Teka.