Cuando ves que sube mackay al área rival, sudas. Bueno no es, hay urgencia, a ver si un rebotillo o algo parecido nos beneficia en la última jugada. Pasó en Riazor ante el Real Unión y ayer en Las Gaunas ante la SD Logroñés. El Depor sumó su segunda derrota consecutiva, la cuarta de la competición.
Tampoco es para encender las alarmas por este nuevo traspié de los blanquiazules. Nadie pone en tela de juicio que si el duelo de Logroño fuese a los puntos se ganaría de calle, pero el fútbol tiene estas cosillas, que si no haces que la pelotita entre en la portería contraria de nada sirve lo guapo y maravilloso que eres. Porque con el nombre solo no es suficiente.
El Depor ayer pudo ganar, pero no lo hizo. El resultado podemos decir que fue injusto, pero cuenta y dejas de sumar puntos en la clasificación. Es decir, que sin gol no hay paraíso.
Un equipo que no pone a prueba al portero adversario lleva las de perder. Los de Borja salen ‘frenados’ desde el inicio y eso en el fútbol da confianza al adversario a estar mejor organizado en sus líneas defensivas. Los equipos ‘más débiles’ se defienden mejor ante otro que tiene mayor potencial sobre el papel. El Depor, en mi opinión, cuenta con mejor escuadra, pero eso hay que demostrarlo sobre un terreno de juego.
El entrenador tiene la obligación de buscar las herramientas necesarias para conseguir que su equipo tenga capacidad para ‘abrir’ las líneas defensivas, disparar más a portería y poner a prueba al portero. Es verdad, como ayer, que los palos también forman parte del juego, pero eso lo sabrán tanto cuerpo técnico como futbolistas.
Ahora el equipo, con dos derrotas consecutivas, afrontará pasado mañana en Riazor un duelo importante ante el Racing de Santander. El técnico reclamó ‘cariño’ de los seguidores para que les ayuden a superar el duelo. No hacía falta, la afición es el único valor real con el que cuenta el Depor. Ni los dramáticos descensos pudo con ella. Los únicos que tienen que dar la talla aquí son el cuerpo técnico y los futbolistas. Estaría bien que de una vez por todas fuese el equipo el que anima más. No al revés.