El tiempo pasa volando. Parece increíble que ya estemos a punto de empezar a gastar el 2025, año con el que concluirá el primer cuarto del siglo XXI. Y que se acabe un 2024 que siempre recordaremos por dos ascensos, el del Dépor a Segunda y el del Leyma Coruña a la ACB.
Fueron semanas de celebraciones, de fiesta, antes de empezar a sufrir con la exigencia de ambas categorías. Con todo, 2025 tiene que ser el año de la consolidación. De momento, nos quedaremos con esta petición. El deporte profesional cada vez es más duro y hay que tener los pies en el suelo.
Si queremos que A Coruña, una de las sedes del Mundial de fútbol de 2030, esté a la vanguardia en el deporte español, hace falta competir con los mejores. Y eso supone más sufrimiento para la afición. Pero merece la pena. Ver cómo en cada partido tanto Riazor como el Coliseum presentan un magnífico aspecto es algo tremendamente satisfactorio.
Y un dato que tiene que suponer una gran motivación para los jugadores. A Coruña es una ciudad pequeña, el contacto con la gente es constante. Aquí las estrellas del deporte no están en una burbuja, alejados de la realidad. La energía de esos seguidores está por todas partes. Y es un bien que hay que explotar con el fin de conseguir esas deseadas consolidaciones.
A ver si 2025 trae muchas noticias buenas para los equipos y los deportistas de la ciudad. No habrá Juegos Olímpicos, como en 2024, pero sí oportunidades para dejar en un buen lugar el nombre de A Coruña.