La historia del fútbol en Almería, una capital de provincia que ronda los 200.000 habitantes, debería hacernos recapacitar sobre la importancia de conservar un club bandera, un club que resiste el paso, los avatares y vaivenes del tiempo, y que representa a los coruñeses y gallegos, allá donde va, desde hace casi 120 años.
Almería ha visto caer numerosos proyectos, víctimas casi todos de los problemas económicos. No es el primer ni el último caso. En las últimas décadas hemos sido testigos de abundantes desapariciones en el fútbol profesional español.
Quizá la más sonada sea la del Málaga. El actual Málaga CF, sin embargo, conserva la antigüedad del desaparecido CD Málaga. Su descenso administrativo vino acompañado de una liquidación para renacer sobre el filial, el Atlético Malagueño. Por eso el actual club es considerado el mismo club, como heredero directo del finado.
Otras dos ciudades, Salamanca y Logroño, comparten el dudoso honor de perder a su club enseña y no encontrar consenso, con el nacimiento de dos clubes y una nueva rivalidad local. El UD Salamanca bajó la persiana después de más de 90 años de existencia. En la capital charra no hubo quórum. Surgieron el Salmantino y el Unionistas. Con la llegada del empresario mexicano Miguel Miranda, el primero compró el estadio Helmántico en 2013 y se hizo con todo lo que quedaba de la vieja UD en 2017. Pagó 150.000 euros por su boutique, marca, escudo, himno, trofeos y documentación histórica.
El CD Logroñés cayó después de 69 años de vida. En la capital riojana surgieron después dos clubes que se apropiaron de su nombre, UD Logroñés y SD Logroñés. Ninguno es heredero directo del que ya no existe, como tampoco lo son ni el UD Ourense ni el Ourense CF que compiten después del cese del CD Ourense.
Un caso similar al de Almería se ha vivido en Burgos, donde ya van por el tercer club. El genuino Burgos CF desapareció en 1983 después de algo menos de medio siglo de existencia. Dos años después vio la luz el actual Burgos CF, entonces con el nombre de CD Burgos CF, que no comenzó a competir hasta 1994. Tardó más de diez años en saltar al campo porque entre medias surgió el Real Burgos CF, fundado en el mismo 1983 y que, tras su descenso a Segunda en 1993, empezó una caída libre que acabó en su disolución en 1996.
Otros casos recientes, que tocaron muy de cerca al Dépor, fueron los de Reus Deportiu (2018-19) y del Extremadura UD (2021-22), rivales que no pudieron saltar al campo en Segunda y Primera RFEF al encontrarse a punto de cerrar sus puertas. Además, el club original de Almendralejo ya había caído en 2010.
Otros equipos que llegaron a Primera y tampoco resistieron la resaca de los días de vino y rosas fueron CP Mérida (2000), SD Compostela (2006) y UE Lleida (2011). También está el caso contrario. El Getafe CF, estabilizado en la élite desde hace más de dos décadas –veinte temporadas en Primera y tres en Segunda–, vino al mundo en 1983 después de la desaparición del Getafe Deportivo, que nunca había alcanzado la división de honor.