Lo que parecía que iba a ennegrecer la celebración del ascenso del Deportivo se ha solventado favorablemente por ambas partes en pocas horas, después de unas primeras reacciones un tanto sorprendentes sobre un asunto del que nadie se acordaba, aunque estaba ahí.
“No voy a regalar el estadio de todos los coruñeses a un banco” fue la demagógica frase que la alcaldesa nos dedicó sorprendentemente a los coruñeses, una frase que parece sacada de la más rancia ideología que ve sólo enemigos peligrosos a los que no son de su correa y que no era otra cosa que la reacción a sus vaivenes en una negociación cuyos acuerdos quería acaparar en su totalidad. Y su pataleta por no tener un protagonismo que no le correspondía.
No estábamos al tanto del contenido del borrador del acuerdo e ignorábamos que el Deportivo hubiera tenido que pagar 400.000 euros por jugar en Primera División en Riazor. Y 200.000 tendría que apoquinar por las temporadas en Segunda. Nosotros estábamos todavía en aquella circunstancia por la que el equipo coruñés pagaba aquella simbólica peseta (o euro) por la utilización del recinto que es escenario de sus actuaciones. Nunca, ni en la peor de las situaciones en la rivalidad entre Paco Vázquez y Lendoiro, se había planteado una situación así.
Los rápidos reflejos del actual presidente deportivista, Álvaro García, imaginamos que aconsejado por el máximo accionista, han solucionado inmediatamente una situación que se podía haber enquistado con facilidad, aunque tampoco parece clara tras el último comunicado. La idea de renovar el actual acuerdo ha sido la mejor solución para que todo quede como está, dentro de lo que cabe. Y, de paso, la alcaldesa ha encontrado una salida medianamente elegante para lo que le pudo haber venido encima.
De lo que no cabe duda es que la política ha “asomado la patita” y nos ha querido dejar una considerable dosis de doctrina, arremetiendo contra la dirección del Deportivo sobre algunos asuntos que corresponden exclusivamente a su competencia. Algunas de las condiciones que la máxima mandataria municipal quería incluir en el nuevo convenio confundían sus deseos y su ideología con la realidad económica de la entidad deportiva y de la propia sociedad.
Aunque el máximo accionista diga que no va a vender el Deportivo, nada está claro nunca en el mundo de los negocios. Es posible y hasta previsible que en determinado momento lo haga, pero de ahí a que el Ayuntamiento trate de dirigir las operaciones financieras de una sociedad independiente hay un abismo. Eso es intolerable en una sociedad que se supone libre como la nuestra.