Jugar bien y bonito, buscando proponer ataques desde disponer del balón lo máximo posible, es maravilloso hasta que dejas de ganar. Entonces, a las primeras de cambio, muchos de los que solo podían resguardarse en la cueva, más pendientes de que los resultados le den la razón a su lógica que de disfrutar de su equipo o de lo espectacular que es el fútbol, aparecen. Y lo hacen con más fuerza. “¿Quién se cree ese hablando de fútbol como si fuese física cuántica?”, dicen mientras se dan golpes en el pecho los que cierran los oídos porque ni siquiera pretenden entender que el balompié, por su propia naturaleza, es un deporte tan sencillo como alejado de la simplicidad.
Sobre esa constante sombra de la duda puede hablar largo y tendido Yago Iglesias. El técnico ribeirense es uno de esos hombres tan formados y empeñados en acercar la complejidad del fútbol al gran público que vive bajo el constante recelo. Docente de la Escuela de Adestradores, licenciado en Ciencias del Deporte y experto en preparación física, su afán por el conocimiento le ha llevado no solo a estudiar hasta el extremo el balompié, sino incluso a explorar otros deportes como el balonmano o el baloncesto para entender las posibles transferencias entre disciplinas.
Solo así, desde una extensa formación y su facilidad didáctica, se puede entender cómo quien no logró acercarse siquiera al profesionalismo como portero llamó la atención del Deportivo hace tres veranos, tras su etapa en Compostela. Del mismo modo, ahora ha conseguido meterse en el bolsillo a una plantilla del Pontevedra con la que el pasado curso estuvo a punto de tocar el cielo para acabar cayendo al infierno.
Hoy, los granates celebran y los ‘haters’ callan. Curiosamente, el triunfo del Pontevedra ante el Laredo (4-2) para regresar a Primera Federación dos temporadas después llegó a falta de un día para cumplirse un año de la durísima derrota contra el Ourense CF en liga regular. Aquel encuentro perdido obligó al equipo granate a jugar un play off en el que el diamante Jesús Rodríguez y su Betis B destrozaron las ilusiones de toda una ciudad y estuvieron cerca de llevarse por delante el proyecto de Yago.
No lo lograron porque el club entendió que, para alcanzar toda meta, es necesario atravesar un camino. Y que la brújula de Iglesias era la mejor posible para terminar de encontrar el norte. Como sucedió en Santiago, cuando hubo paciencia para concederle tres temporadas de accidentes hasta que, a la cuarta, logró su primer gran ascenso a Segunda B.
De no haber aplicado ese ‘trust the proccess’, quizá el Pontevedra habría sido igualmente capaz de ascender a Primera Federación derrocando a un Numancia que poseía casi el doble de presupuesto. Quizá lo habría hecho con dos jornadas de antelación. Y quizá también hubiese firmado una brillante Copa del Rey. Sin embargo, seguramente no habría conseguido todo eso con una brillantez tal que permite hablar de curso histórico. Todo en un club con casi 85 años a sus espaldas y un pasado tan lejano como lustroso en Primera División, que le llevó a ser reconocido como el equipo del ‘Hai que Roelo’.
Porque la temporada 2024-25 pasará a la historia granate por cómo un equipo no solo fue logró sublimar por momentos el juego de posición en cuarta categoría, sino por ser capaz de enfrentarse a gigantes y derrotarlos sin perder un ápice de personalidad. ‘La Morocha’ -canción de BM y Luck Ra- sonó en Pasarón en esas grandes noches coperas hasta viralizarse. Y hoy lo hará hasta altas horas a orillas del Río Lérez.
Con Yago Iglesias, Dalisson De Almeida ha parecido un jugador con potencial en Primera, Yelko Pino ha recordado a aquel talento que sobresalió en la cantera del Celta, Samu Mayo ha rememorado a aquel Busquets que pasó de jugar en el barro a ganar un Mundial en un año y Pelayo Suárez ha demostrado de qué manera un central puede incidir tanto en el juego defensivo como ofensivo de un equipo. También han tenido sus momentos el canterano deportivista Iago Novo o los exblanquiazules Héctor Hernández y Edu Sousa.
El mejor entrenador es aquel que ayuda a que sus futbolistas expresen lo que llevan dentro. “El talento siempre está bajo sospecha”, decía el añorado Andrés Montes. Pero a veces, también gana. Y cuando lo hace, demuestra que la vida -y el fútbol- puede ser maravillosa.