Kevin Rodeiro Ibón (A Coruña, 17/08/1992) echa la vista atrás y realiza un balance positivo de sus años como futbolista. Una etapa que tocó a su fin el pasado viernes, cuando su último club, el Atlético Coruña Montañeros, anunciaba que tras seis temporadas su capitán no iba a seguir en los terrenos de juego.
¿A qué se debe tu decisión de dejar de jugar al fútbol?
Por un cúmulo de cosas, pero la principal y más importante es que este año voy a ser padre, lo cual requiere mucho tiempo, como es lógico. Únele a eso que, por mi profesión, prácticamente todos los días salgo a las 21:00 y trabajo también los sábados. Y ya en lo futbolístico la última temporada fue bastante dura a nivel mental, se hizo larga y el desgaste va sumando. Tomé esta decisión después de pensarlo durante el año y creo que es lo más acertado viendo lo que me viene por delante.
¿Con qué te quedas?
Con lo que dice todo el mundo: la gente que vas conociendo, las amistades que haces, las situaciones que vives, lo que te enseña el fútbol... Siempre se pueden sacar aspectos muy positivos y después de tanto tiempo es una forma más de vida. Te acostumbras a ir a entrenar todos los días, a los domingos sacrificarte y tener que ir a Monforte de Lemos o a Ribadeo y perder el día de estar con tu familia o con tus amigos, pero bueno, es algo que te gusta, que lo disfrutas.
Me quedo con las amistades, las situaciones que vives, lo que te enseña el fútbol...
De los 25 a los 30 años has estado en el Montañeros. Es muy importante para tí este club, ¿no?
Sí, sobre todo porque llegué en un momento en el que no estaba disfrutando mucho cuando jugaba al fútbol. Antes de llegar tampoco tenía muy claro que hacer, pero me convencieron para ir y el primer año se hizo un grupo espectacular, disfrutamos muchísimo. No tenía esa sensación desde la época del Laracha, que fue cuando más disfruté. Después los años de Preferente, con altibajos, ya fueron más complicados, pero también se disfruta dentro de los objetivos que te marcas. Otra cosa a tener en cuenta es las particularidades del Montañeros, que como cualquier club de A Coruña tiene carencias a nivel de infraestructuras y afición; es una forma de club diferente a la de los pueblos. Eso implica que tienes que armar un grupo con tus compañeros, hacerte fuerte y eso también lo valoras. Es un club familiar, donde me acogió muy bien desde el principio la directiva que hay y del que me llevo buenos recuerdos.
¿Cuál ha sido el mejor y el peor momento para tí? Ya no sólo en el Montañeros, sino a lo largo de todos los años que has jugado al fútbol.
Mis mejores momentos fueron en el Laracha, cuando ascendimos a Tercera. Con Manuel Mosquera (su entrenador entonces) la verdad es que lo pasabas bien en el campo. A mí me daba libertad para jugar como a mí me gustaba. Por tanto son de esa época los mejores recuerdos, después en Tercera jugar en campos como Pasarón... Y los peores cuando descendimos dos años después, en otro año que se hizo muy largo y con problemas dentro del vestuario. También fue complicado el año de la pandemia con el Montañeros, que casi descendemos.
Mis mejores momentos fueron en el Laracha, cuando ascendimos a Tercera
¿Cuál es esa forma de jugar con la que te sentías cómodo?
A ver, yo donde más jugué con Manu era en banda izquierda, pero la clave de lo que a mí me hacía disfrutar era que me daba libertad para moverme por todo el campo.
¿Te ves dirigiendo a algún equipo en el futuro?
A corto plazo no, la verdad es que no me lo planteo. Sí que ya estuve muchos años entrenando en la base y con los juveniles fue muy bonito, porque ya entendían conceptos más futbolísticos, pero por ahora no me veo. Ahora quiero disfrutar un poco de la vida sin fútbol y en un futuro ya se verá.