Juan Riveiro está deshojando la margarita. Se encuentra ante la disyuntiva de decidir si pesan más los dos años y medio de felicidad en el Atlético Arteixo, en los que ascendió a Tercera Federación e incluso soñó con pelear por alcanzar una categoría superior; o si por contra los problemas extradeportivos de los últimos tres meses son una señal de que debe dar por cerrado su ciclo al frente del equipo y explorar nuevos horizontes. Con su habitual estilo directo, habla sin tapujos de todo lo ocurrido durante el curso.
¿Cómo estás? Imagino que recuperándote de una temporada que ha sido como una montaña rusa.
Sí, la temporada fue un poquito extraña, vamos a decirlo así. En muchos aspectos, fundamentalmente extradeportivos, entonces ahora estoy con tranquilidad esperando a ver qué nos depara la nueva.
¿Eso quiere decir que sigues en el Arteixo?
Bueno, eso quiere decir que estamos esperando a ver qué nos depara la nueva temporada. Tengo la oferta de renovación del Arteixo desde hace más de dos meses y ya he hablado con el presidente. Mientras él quiera esperar por mí, pues perfecto; y a partir de ahí iremos hablando. De todas maneras, mi costumbre en todos los equipos que he estado es que mientras no me voy o me echan, siempre trabajo para el equipo. Por lo tanto, yo ahora sigo trabajando para el Arteixo, que hasta el 30 de junio es el equipo que me paga.
Es decir, vas a decidir más adelante si continúas o no.
Sí, sí, estoy en ello. Estoy abierto a otras posibilidades, por supuesto, y en eso estamos, El ‘presi’ me dijo hace más de dos meses que quería contar conmigo y estas dos últimas semanas hemos hablado algunas veces para dejar algunas cosas claras. Él sabe cuales son mis circunstancias ahora mismo y decide que va a esperar por mí. Perfecto, yo se lo agradezco, y en eso estamos.
Tengo la oferta de renovación desde hace más de dos meses
¿Cuáles son esas circunstancias y qué te hace dudar?
Me hacen dudar los tres últimos meses del club. Esta fue la tercera temporada de mi tercera estadía en el Arteixo y estos últimos tres meses me hacen dudar. Pero no solo a mí, como le comunicaba a él. Me hacen dudar a mí y a un montón de jugadores de la plantilla.
¿Influye mucho que la plantilla dude y pensar que podrías tener que hacer una reconstrucción?
No, esa no es una de mis dudas, porque he hablado con todos los jugadores de la plantilla y ahora mismo salvo cuatro que tengo claro que no van a continuar, la cuestión es bidireccional. Yo le pregunto a un jugador de la plantilla si va a seguir y él me pregunta lo mismo a mí, entonces nos echamos unas risas y a partir de ahí hablamos de lo que tenemos que hablar. Estamos todos en la misma tesitura porque los últimos tres meses han sido muy extraños en este club. Extraños y nada habituales, porque este club ha sido muy tranquilo los dos primeros años y los siete primeros meses de esta temporada. Los últimos tres… Te puedo poner el ejemplo de un jugador de la plantilla que llegó este año, que no voy a decir quien, que me dijo ‘míster, yo no tengo duda de continuar si es como los seis primeros meses, pero si es como los últimos tres lógicamente tengo muchas más dudas’. Y eso es algo que le he tratado de transmitir al presidente, porque creo que es algo que tiene que conocer. Que los jugadores están por la labor, que yo estoy por la labor, pero que las dudas están ahí por múltiples motivos que son ‘vox populi’.
Vamos por partes con la temporada. Ocho partidos sin ganar, luego vencéis al Arzúa, pero perdéis por 0-3 ante el Barbadás. ¿Qué os costaba al inicio?
Hacer gol. Básicamente, hacer gol. Esta temporada ha sido un poco extraña porque se ha dividido en tres bloques muy claros. El primero es ese, era muy difícil que nos ganaran, pero no éramos capaces de ganar, exceptuando las tres primeras jornadas que vienen marcadas por los dos penaltis de Ourense. Dos penaltis en el mismo partido. Que está bien que los equipos se quejen de los penaltis que les pitan a ellos, lo digo por el de este fin de semana, pero también hay que ver los que les pitan a favor, yo también me quejo de eso. Y a partir de ahí no somos capaces de materializar las ocasiones que tenemos en los partidos. No nos marcan, pero nosotros no marcamos, entonces no pasamos del empate. El Barbadás es un punto de inflexión porque es el primer partido que jugamos en hierba artificial y perdemos 0-3, un resultado demoledor contra un equipo que ha peleado hasta el final por no descender y que estaba por debajo de nosotros en ese momento, y eso creo que crea un punto de inflexión en la plantilla y a partir de ahí viene el segundo bloque, el de las victorias.
Desde ahí la situación mejora, pero es un poco raro lo que se resiste la victoria en casa, hasta la jornada 21.
Mucho, mucho, mucho. Esa victoria se hizo muy deseada y también era muy necesaria, ya que como no daba llegado se creó un halo alrededor de ese primer triunfo que lo hizo aún más complicado, porque tuvimos varios partidos claros en casa de poder ganar en los que no fuimos capaces por circunstancias. Te puedo poner el ejemplo contra el Viveiro, que vamos ganando 1-0 en el minuto 93, hay una falta lateral al borde del área, la barrera salta y se la meten por el palo corto al portero. Es una circunstancia que pasa una vez en toda la liga. Justo pasó ese día, empate. Llega un momento en el que se crea una ansiedad de ‘¿qué tenemos que hacer para ganar en casa?’, porque ni haciéndolo bien ganamos.
Y estáis doce partidos sin perder. ¿Qué fluía en el equipo en ese momento?
Sencillamente, la eficacia. Empezaron a marcar Cañi y Otero, que terminaron como máximos goleadores del equipo. Las dinámicas son así en el fútbol, el equipo se vio con una confianza de la ‘hostia’ y fue hacia arriba. Igual que no es normal el primer bloque de resultados, tampoco lo fue ese en una competición tan igualada como la Tercera División.
Pese a que os lastraban las bajas seguíais sin perder, pero todo se tuerce. ¿Hasta que punto descentró la polémica con la directiva con respecto a que iba a pasar con Ponte dos Brozos?
Uf, muchísimo, muchísimo. En esas conversaciones que he mantenido con todos los jugadores de la plantilla, es un tema recurrente para mí. Ellos me decían que no, y yo ahora en esas charlas les demuestro con hechos como sí. Tras muchos años entrenando, este he hecho un máster en situaciones extradeportivas. Les descentró muchísimo, pero mucho, mucho, mucho. Partidos en los que el equipo ni ha competido; y mis equipos podrán tener muchos defectos, pero siempre son competitivos. Nos pasó por estar descentrados y también es cierto que las bajas nos influyeron muchísimo.
Esta temporada he hecho un máster en lo extradeportivo
Pero entiendo que no es algo que los jugadores hicieron conscientemente, ya que querrían seguir luchando por el playoff. ¿En qué viste que les afectaba?
En el entrenamiento de la semana. Cuando tienes problemas de diversa índole dentro del club todo eso te afecta. Cuando llegas al entrenamiento no tienes la alegría, intensidad y ganas habituales. Si a eso le unes que no eran muchos los jugadores que estaban tirando del carro y encima ahora no están pasando por un buen momento… el nivel de entrenamiento decae muchísimo. Y durante la semana hay cosas que no ayudan, situaciones muy desagradables.
¿Y ves futuro entre esta misma plantilla y la directiva?
A ver, Arteixo es un sitio muy cómodo para los jugadores. Está muy cerca de A Coruña, tiene muy buenas instalaciones, hasta ahora nunca había problemas… Si vuelve a ser todo como antes, y no tiene por qué no ser así, el 75% de la plantilla va a renovar. El grupo humano es muy bueno y cohesionado, muchos jugadores llevan tiempo jugando juntos y están contentos.
En el hecho de no alcanzar los playoffs también influyó que la Sarriana hizo un gran final de liga.
Muy diferente al nuestro, esa es la diferencia. La Sarriana creía en sus posibilidades. No tenía ningún problema, se refuerza bien en el mercado de invierno, recupera a jugadores que tenía lesionados; mientras que nosotros perdemos jugadores, no fichamos y aún encima tenemos todas las circunstancias añadidas del campo. La primera vez que estuve aquí dije que el objetivo era mejorar la clasificación de la temporada y el Arteixo lo cumplió, de séptimos a sextos, pero no era verdad, la meta era intentar hacer playoffs. De alguna manera había ese ‘runrún’ entre la plantilla y el cuerpo técnico, porque nos habíamos reforzado bien en posiciones que necesitábamos y el equipo veía que estaba siempre dentro de los partidos. Aunque al principio no estábamos arriba, sabemos cómo es esta liga y que si ganas tres o cuatro partidos seguidos te vuelves a enganchar.
¿Crees que si la temporada hubiera sido más tranquila tu equipo habría jugado la promoción?
No tengo ninguna duda. El equipo venía en una dinámica muy buena, nos entraba lo que antes no y estaba compitiendo como siempre. Era normal dejar de ganar, pero la eficacia era muy grande. En Barbadás merecimos perder y empatamos 2-2. No podíamos más, porque los jugadores senior del banquillo estaban de adorno, no podían jugar, pero aguantamos el resultado por ser tremendamente eficaces. El equipo iba muy justo físicamente, pero estaba en esa dinámica en la que no perdía.
No tengo ninguna duda de que sin el lío habríamos jugado los playoffs
¿Qué diferencia hay entre el Ponte dos Brozos natural y el sintético?
El sintético es más grande y la diferencia para mí es muy clara, de doce puntos posibles hicimos uno. Creo que no hay mucho más que decir.
Si siguieras, ¿cambia mucho la preparación entre un campo y el otro?
No, no. En el hecho de cambiar de campo hay un proceso sumativo. Son un montón de circunstancias que no empujan la vela hacia delante. Más por como se produce. Los cruces de acusaciones y la cronología de los hechos están ahí, en los medios de comunicación, y eso no ayuda a la plantilla, además de que dejamos de jugar en hierba natural, que ya es un hecho. Lo dije claramente un día, es mucho peor dejar morir que matar. Pasaron muchísimas cosas y los jugadores se sintieron traicionados por el propio club. Hubo falta de comunicación por muchas partes, de información… Hubiera sido mucho mejor decir que el campo se iba a cambiar, sin discusión, que las muchas opciones y vueltas que se dieron. En esos últimos tres meses nada sopló a favor.
Hubiera sido mucho mejor decir que el campo se iba a cambiar, sin discusión
¿Cuál fue para tí el mejor y el peor partido de la temporada?
El peor fue el de Betanzos de la segunda vuelta, no competimos. Ahí vi que iba a ser muy difícil que nos metiéramos en los playoffs. Fue el partido previo a la Sarriana y el equipo estaba desenganchado por completo. Cuando no compites en Tercera División cualquiera te pasa por encima. Y luego partidos buenos tuvimos muchos, pero uno es el día de Vigo. El equipo plagado de bajas hace un partido increíble ante un rival muy complicado. Somos capaces de ponernos por delante muchas veces. Pero me quedo con el partido que hicimos en la segunda jornada en el campo del Ourense. Aunque perdimos, fue buenísimo. Nos pitan dos penaltis que son auténticas bromas, pero hacemos un partidazo. El equipo viene bramando en arameo en el autobús porque lo considera tremendamente injusto, y eso como entrenador lo sientes, te da una chance para poder entrenar las siguientes semanas, porque era un equipo que en ese principio de temporada tuvo una dinámica muy buena.
Ha sido la última temporada como jugador de Edu. ¿Qué opinión tienes de él en lo futbolístico y en lo personal?
Es un jugador al que he disfrutado durante tres temporadas y media, y he andado detrás de él ocho. Era difícil sacarlo de sus queridas ‘cebras’. Los jugadores al Victoria se pegan como las lapas a las piedras. Es increíble lo que les dan, no creo que sea dinero, pero se crea esa adherencia (ríe). Lo disfruté media temporada en Paiosaco pero me pidió que tenía que volver al Victoria porque la cosa no pintaba muy bien. Dos temporadas después lo fiché para el Arteixo y su segundo año fue bestial, metió diez goles y estuvo acertadísimo. Le deseo todo lo mejor, lo deja por un tema de salud personal y lo entiendo perfectamente. Tenemos los dos un humor muy particular, pero nos terminamos entendiendo. El fútbol este año no le ha dado lo que merecía, que era retirarse jugando una fase de ascenso.