El equipo con alma regresa al Coliseum y quiere apretar "a todo el mundo"
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El equipo con alma regresa al Coliseum y quiere apretar "a todo el mundo"

El equipo con alma regresa al Coliseum y quiere apretar "a todo el mundo"
Lundqvist trata de eludir a dos rivales | PATRICIA G. FRAGA

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El Básquet Coruña intentó aplazar el partido contra el Valencia. Menos de 48 horas antes del partido apenas tenía siete jugadores del primer equipo disponibles, alguno de ellos maltrechos por un virus que arrasó la caseta naranja. También había dos lesionados y una ausencia que no se ha cubierto. Quizás por eso la petición ante la ACB no prosperó. Sin Lima ni Scruub, sin dos bases como Jakovics y Álex Hernández, sin que nadie haya llegado por LJ Figueroa, el equipo se aprestó a buscar la quinta victoria del campeonato ante un rival que se jugaba el liderato. Remó hasta la orilla y se marchó ovacionado tras un esfuerzo titánico.
Hay derrotas que pueden ser vigorizantes, igual por ahí hay que tomarse el despliegue del Básquet Coruña en la víspera de Reyes en el Coliseum. Cuando muchos esperaban carbón regresó el equipo con alma y orgulloso que tantas veces se ha rebelado contra sus limitaciones. 


“Igual hay que crear un formulario para apretar a todo el mundo”, deslizó, críptico, Diego Epifanio en su última frase de la comparecencia postpartido. Su equipo, como apuntó durante la semana, era un perro flaco al que invadieron las pulgas: a las ausencias que no se han cubierto se unió el virus. Lo explicó Epi con un hilo de voz, afónico como estaba. “La verdad es que hoy ninguno de nosotros estábamos en nuestro mejor momento”, aseguró. Y aún así el equipo tuvo arrestos para plantearle cara al líder y llevarlo al límite, para alzar al Coliseum que rugió como pocas veces se ha visto desde la mudanza del equipo.


“Muchas veces cuando se habla de las bajas, de que si hay una rotación corta, se genera una energía extra para los que están. Y mentalmente se ponen en situación de ventaja. Lo habíamos hablado”, confió Pedro Martínez, el experto entrenador del Valencia, que se las sabe todas. “El partido para nosotros fue lo esperado. No sé si alguien pensaba que por nuestra cara bonita íbamos a llegar aquí y ganar de veinte, pero ni yo ni mis jugadores teníamos esa mentalidad”, explicó un coach que ya sabe lo que es ganar la ACB con el Valencia, pero también remar en la categoría con equipos modestos: “Dificultades de todo tipo, dinámicas negativas, competir contra equipos superiores, preparar esos partidos y dar el máximo... Le deseo lo mejor a Básquet Coruña. Ojalá les vaya bien”, apuntó. Pero tampoco se animó a sugerir una receta que ayude al equipo. Y Epi necesita medicinas. Trata de aplicarlas: “Hicimos muchas cosas bien que necesitábamos hacer para competir contra un equipazo”, recapituló el entrenador burgalés.


En efecto, el Básquet Coruña limitó las pérdidas en los dos primeros cuartos. En veinte minutos apenas regaló tres balones. Pero solo en el tercer cuarto fueron cinco y en el último seis más, hasta los catorce totales. A Epi también le satisfizo como se trabajó el rebote. Si el resultado final del partido se midiese en cuanto a la valoración de las acciones individuales de los jugadores, el triunfo se hubiera quedado en casa (111-108). El maestro Martínez resumió lo sucedido: “El baloncesto es la suma de las actuaciones individuales”.


Con todo, los naranjas, que esta vez fueron azules, rescataron unas cuantas conclusiones positivas. Desde luego entre ellas está la aportación de Olle Lundqvist, que ante las bajas de los enfermos Jakovics y Hernández, tomó la pelota para conducir al equipo desde la posición de base, y más en un partido regulero de Taylor. El guerrero sueco acabó vacío, extenuado, pero se ganó el respeto de todos y quien sabe si abrió una vía nueva para el equipo.  “Creemos mucho en él –matizó Epi- porque trabaja muchas cosas durante los entrenamientos y cuando jugó en el Oviedo ya había hecho el uno. Tiene recursos, pero además aprieta mucho el balón y defensivamente nos hacemos muy grandes con él. Ha hecho un derroche físico y mental”.
 

Lundqvist empujó una rotación corta que no le volvió la cara al partido. “Tuve un presidente que me decía que estaba más tranquilo cuando tenía solo ocho jugadores para rotar porque así no me iba a equivocar”, confesó el entrenador del Básquet Coruña. El caso es que en el tercer cuarto el equipo se desangró mientras Diagne, otro de los que tenían problemas físicos, y Thompkins, un talento con limitaciones de minutos, estaban en la banqueta. Regresaron a la pista, Lundqvist tomó el timón y el equipo pasó de perder por quince puntos a liderar el marcador tras la primera jugada del último cuarto. “Tuvimos serenidad en ese momento”, explicó Pedro Martínez, que valoró la energía del rival y el ambiente de gala que se vivió en el Coliseum. 


El equipo está en puesto de descenso entre más de una incertidumbre. Además, la autocomplacencia le puede dañar, y quizás por eso Epi pide que todo el mundo apriete, pero al menos este domingo el ritual del final del partido, equipo y grada (no toda, que había prisa por salir) pareció balsámico para un colectivo herido. “No estamos aquí para poner excusas y decir que la batería se nos ha agotado”, zanjó el entrenador. Así que hay que crecer y para ello sirven esos aplausos que resonaron para darle combustible al grupo de cara a los dos duelos de esta semana, dos salidas a las canchas de Baskonia y Breogán. Las palmas finales de la gente animaron al equipo, también las de Alberto Núñez Feijóo que vio el partido a pie de pista acompañado por su familia y el exalcalde Carlos Negreira. 

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