Sergi Miras i Valero (20 de febrero del 1986, Barcelona) llegó al Liceo con 24 años. Se marchó con dos Ligas Europeas e impregnado del carácter ganador verde y blanco. Volvió un lustro después en plena madurez y acarició el título de la OK Liga 2017/18 en la segunda campaña de Juan Copa como entrenador. “Mucha gente de A Coruña me recuerda por aquel gol en el último segundo ante el Barcelona que pudo decidir la OK Liga y, al final, el árbitro anuló”, rememora.
Sergi afronta ahora su segunda temporada en el Club Patí Calafell, campeón de la Copa Continental la pasada temporada y de la reciente Liga Catalana. Tercer clasificado de la OK Liga, solo por detrás del Barça y del Liceo, el sábado regresa al Palacio de Riazor (17.30 horas). “La clasificación dice que somos rivales directos”, avisa.
Llegaste al Liceo con 24 años, ¿cómo recuerdas la primera etapa?
Cuando recibí la llamada del Liceo ni me lo pensé. Siempre estaré muy agradecido a Carlos Gil por la oportunidad y a mis compañeros por todo lo que aprendí junto a ellos. En aquel equipo estaban jugadores consagrados como Jordi Bargalló, Josep Lamas, Ricardo Barreiros, Joan Grasas o Pablo Álvarez, que todavía era muy joven, pero tenía un nivel brutal... Y también otros jóvenes como Xavi Malián, Edu Lamas y yo... Hicimos una buena mezcla y ganamos dos Ligas Europeas. Guardo muy buenos recuerdos y buenos amigos. Y el ADN del Liceo, ese carácter y espíritu ganador, se me enganchó a la piel y aún lo llevo dentro.
Dejaste A Coruña después de dos temporadas.
Fue un salto de calidad en mi carrera y luego me salió la oportunidad de volver al Barça. Me había formado allí y decidí regresar, aunque no fue una bonita experiencia. Acabé jugando tres años en el Vendrell, un equipo en el que gané títulos, peso y responsabilidad dentro de la pista, y después me llegó la oferta del Sporting, un proyecto muy importante, con un gran equipo, para pelear contra dos grandes de Portugal como el Benfica y el Porto.
Cuando recibí la llamada del Liceo ni me lo pensé, fue un salto de calidad en mi carrera
Y de vuelta al Liceo en 2017.
Al acabar la temporada me llegó la llamada para volver al Liceo y no me lo pensé dos veces. Tenía muy buena relación con Juan (Copa). Desde que estaba en el Cerceda siempre teníamos ese ratito para hablar de hockey cuando nos enfrentábamos. Me comentaron que era un proyecto ambicioso, teníamos un equipazo e hicimos una gran temporada, aunque nos faltó conseguir un título. En la segunda ya ganamos la Supercopa y estuvimos a punto en la OK Liga. El palmarés se queda un poco corto para todo lo que hicimos.
Unos vienen y otros se van, pero el carácter competitivo del Liceo permanece.
Lo de reinventarse ya le ha pasado muchas veces. Es algo histórico, que viene de atrás, pero siempre ha sido un equipo campeón. Los jugadores que están en el vestuario le inculcan a todos los que llegan la grandeza del Liceo. Ese ADN hace que se igualen las fuerzas con los equipos más potentes de la OK Liga o de Europa. Competir no te asegura ganar, pero sí estar más cerca de los títulos.
¿Qué significa para ti volver el sábado a Riazor?
El Liceo y A Coruña son un club y una ciudad a los que les tengo mucho cariño. Me trataron muy bien y creo que la afición también guarda un buen recuerdo de mí. Mucha gente me recuerda por aquel gol en el último segundo contra el Barcelona que pudo decidir la OK Liga, pero que el árbitro anuló. Creo que se quedaron conmigo porque, allá donde voy, doy el máximo y siento los colores.
Mucha gente me recuerda en A Coruña por aquel gol en el último segundo contra el Barcelona
¿Qué tiene la afición del Liceo?
Es una afición que sabe mucho de hockey. Parece que no va mucha gente al Palacio, que a veces está vacío porque es muy grande, pero cuando el partido es importante siempre meten a 5.000 personas.
Segundo contra tercero, ¿sois rivales directos?
La clasificación dice que somos rivales directos, pero los objetivos de uno y de otro son diferentes. El Liceo ya es un grande de Europa y el Calafell es un nuevo proyecto, ambicioso pero que todavía está intentando meterse entre los grandes. La pasada temporada ya ganamos un título europeo (la Copa Continental), el primero en la historia del club, y esta conquistamos la Liga Catalana y en la OK Liga vamos arriba.
¿Qué debe hacer el Calafell para sacar un resultado positivo de Riazor?
Sabemos que vamos a una de las pistas más complicadas de Europa. Tenemos que competir los 50 minutos, defender muy bien y ser valientes y tener personalidad para buscar la portería rival.
Jugar un Mundial o un Europeo con la selección absoluta es una espinita que tengo clavada
¿A quién ficharías del Liceo?
A César (Carballeira) o a Dava (Torres). Son dos grandes profesionales, de los mejores del mundo en su puesto, y además dos grandes personas que harían muy buen vestuario.
Una veintena de títulos en dos décadas de hockey profesional, ¿qué te falta por hacer?
Jugar un Mundial o un Europeo con la selección absoluta es una espinita que tengo clavada. A nivel de clubes lo he ganado todo, pero me gustaría repetir todos los títulos que pueda. No pienso en el pasado, solo miro al futuro.
¿Qué te motiva para seguir en activo a los 36 años?
Me encuentro bien físicamente y me siento valorado en el Calafell, un club humilde pero con un proyecto ambicioso. Tenemos una gran afición que siempre nos ayuda y es parte muy importante del equipo. Eso me hace seguir en el hockey, que es el deporte de mi vida. Me ha quitado mucho, pero me lo ha dado todo: grandes experiencias, amigos para toda la vida, conocer ciudades, aprender idiomas...