Tensión, emoción, sudor, lágrimas, alegría y sonrisas. Todo esas sensaciones se vivieron y respiraron en el San Francisco Javier durante el último partido de liga, que enfrentó al Attica 21 Hotels OAR Coruña y al Lavadores de Vigo.

Conscientes de que tenían que ser ese jugador número ocho, como había dicho Jacobo Novoa, los aficionados que llenaron el pabellón se volcaron desde el inicio. El equipo, en cambio, empezó un pelín nervioso, fruto de lo que estaba en juego: la plaza para jugar la fase de ascenso a División de Honor Plata.

Por suerte, su rival, el Lavadores, tampoco estaba mejor y el empate a cero se mantuvo durante un minuto y medio. Fue en ese instante en el que apareció el tercer máximo goleador del cuadro coruñés, Pablo Martínez, para inaugurar el marcador y su cuenta particular.

Ese tanto calmó los ánimos de todo su equipo y les permitió imponer su eléctrico juego, tanto en la parcela defensiva como en ataque.

A pesar de un pequeño intercambio de goles, desde la portería con Iago Gómez y en ataque con Francesco Aragona, Joel Rábade, Juanka Ortiz y Diego Martínez, dijeron basta. Todo el OAR comenzó a ahogar a su rival y castigar sus errores con veloces contraataques que no hacían más que terminar en goles, para desesperación del técnico rival.

Fruto de esto, pidió un tiempo muerto para que la diferencia no pasase de los siete tantos. Pero esa pequeña pausa no funcionó y el OAR siguió acribillando la portería del Lavadores de Vigo.

Además, a la fiesta de los anteriormente mencionados, se sumaron David Chapela y Henrique Lourenço.
Con todo el equipo enchufado, el partido llegó al descanso con una diferencia de siete goels (20-13) pero que podía ser mucho mayor.

Sin pisar el freno

En la segunda parte, el OAR Coruña siguió con la misma intensidad que tuvo en la primera. No quería ninguna relajación que les pudiese costar el partido y disputar esa ansiada fase de ascenso por la que tanto han peleado.

Y para evitar que eso pasase, el cuarteto formado por Iago Gómez, Francesco Aragona, Diego Martínez y Juanka Ortiz se encargaron de hundir un poco más a un Lavadores que estaba desorientado. Además, para colmo, perderían a Mario Oterino, que se lastimaría en el codo derecho después de tirarse a por un balón junto a Miguel Simón.

Al jugador del Lavadores se le quedaría el brazo pillado debajo de su cuerpo causándole la lesión. Este parón apagó un poco el ánimo en las gradas, pues estaban preocupados por los daños que pudiese tener Oterino. Pero, en cuanto se reanudó el juego, los goles de Francesco, Juanka y Pablo Martínez volvieron a activar al público de San Francisco Javier.

La ventaja de los locales seguía creciendo a pasos agigantados, hasta situarse en los 12 de diferencia (33-21) y todavía quedaban por disputarse más de 13 minutos de la segunda parte.

Pensando en la fase

Consciente de la ventaja, tanto en el marcador como en el juego, Jacobo Novoa decidió sentar a sus titulares y dio minutos a los menos habituales, para que mantengan la tensión de cara a la fase. Ellos, aunque entraron un poco fríos, y perdieron varios goles de ventaja, siguieron con la misma intensidad en las dos áreas que sus compañeros.

La única pega era en ataque, donde se volvieron un poco más imprecisos conforme pasaba los minutos, ya que estaban acariciando, con la punta de los dedos la fase. 

Con todo, esos intentos de remontada del Lavadores no inquietaban a los jugadores de Jacobo Novoa. De hecho, en el banquillo del OAR estaban conteniendo la emoción, puesto que todavía quedaban algunos minutos. Pero cuando el árbitro pitó el final, el San Francisco Javier soltó un rugido de alegría. Lo habían vuelto a hacer, iban a jugar la fase de ascenso por segundo año seguido.