Explicar una derrota tan dura como la que encajó el Leyma Básquet Coruña el pasado sábado en Andorra (112-87) puede ser muy fácil. La terrible –casi irreal– falta de puntería de los pupilos de Diego Epifanio es la clave principal. Pero hay algunas más.
Lo que no es fácil de explicar es esa clave principal. Porque la carta de tiro de los naranjas en el Pavellò del Govern fue una película de terror: una canasta de dos puntos en el primer cuarto, una en el segundo y dos en el tercero. Las siete anotadas en el último fueron con un partido decidido muchos minutos antes. El balance final resulta espeluznante: 11 de 33. Como el marcador acumulado entre el primer y el tercer periodos (62-34).
Los fallos en tiro estuvieron acompañados por otro dato atroz: los magros 11 puntos que los de Epi sacaron de 19 rebotes capturados en el aro rival. En la segunda jornada, el Valencia Basket registró 26 fente al Joventut y ganó 84-60.
La falta de puntería en los lanzamientos de dos puntos contrasta con la más que buena desde 6,75 metros: 15 de 39 (38,5% de acierto), pero a base de únicamente triples es prácticamente imposible ganar un partido. Y más cuando el rival también hace daño desde lejos: 15 de 30 firmaron los hombres de Natxo Lezkano.
Más problemas. La defensa del aro. Los de Epi recibieron 12 canastas en 13 tiros desde el poste bajo. Una zona donde el equipo herculino tiene un gran agujero, ya que entre sus tres primeros rivales en la ACB acumulan un muy preocupante 39 de 44 (88,6% de acierto).
Y más. Los balones perdidos. En Andorra fueron nada y nada menos que 24. Aunque es cierto que el conjunto del principat no obtuvo demasiado rédito de ellos: solamente nueve puntos, dos más de los anotados por el Leyma tras pérdida del Andorra. Pese a ello, en el acumulado del curso los de Epi han encajado el doble de puntos de los que han anotado en esta situación.
Además, urge una mejoría defensiva general. Obviando el desastre de Andorra, el Leyma necesita empezar a limitar la producción ofensiva de los rivales. La media de puntos encajados en los otros dos encuentros disputados este curso liguero es de 82,5. Un lastre superable cuando se es cabeza de ratón (en la pasada LEB Oro la media fue de 81,2), pero que empina muchísimo la carretera cuando la condición es cola de león.